La muerte de la puertorriqueña Melissa Natalia Tormos Abadía en la isla caribeña Jost Van Dyke, ocurrida entre la noche del 31 de diciembre y la madrugada del 1 de enero, cuando fue encontrada ahogada, recalca la necesidad de máximas cautelas para todas las personas que disfrutan del mar. 

Así opinó Luis Torres Falichs, primo hermano del padre de la víctima, Héctor Tormos Torres, quien es profesor de odontología en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.

“Hoy es ella y mañana pueden ser otros. Tiene que haber más seguridad en estas actividades”, insistió Torres Falichs, al reflexionar sobre el deceso de Tormos Abadía, quien pereció ahogada durante una actividad de dueños de botes anclados a pocos pies de la orilla de una playa del citado territorio británico Jost Van Dyke.

El velatorio de Tormos Abadía, de 29 años, se efectuó anoche en la Funeraria Buxeda, en Hato Rey. Hoy, lunes, su cuerpo sería cremado.

Según dijo Torres Falichs, no hay una versión oficial sobre las circunstancias en que la joven odontóloga, graduada con una especialidad como periodoncista, cayó al agua y pereció. No obstante, indicó que la información que ha sido brindada a la familia descarta que haya sido víctima de un crimen.

De acuerdo con la información ofrecida por Torres Falichs, Melissa Tormos Abadía, su novio y un grupo de amistades, se encontraban la noche del 31 de diciembre a bordo de uno de muchos botes ubicados juntos con la popa hacia la orilla en una de las playas de Jost Van Dyke. El bote en el que se encontraba Tormos Abadía estaba a no más de tres pies de la orilla.

Torres Falichs, destacado remero puertorriqueño que participó en justas internacionales entre 1982 y 1993 para luego crear su propio grupo de remeros rescatistas, dijo desconocer el nombre del propietario del bote en el que se encontraba Tormos Abadía y reconoció que no hay una versión oficial sobre lo ocurrido.

“¿Qué puede haber pasado? Puede que haya pasado al frente (a la proa) y cayó. Nadie la vio y se ahogó en cuatro a cinco pies de agua”, estimó. Dijo desconocer si la víctima pudo haber estado ingiriendo bebidas alcohólicas.

“Presumimos que todo el mundo se da su cervecita”, dijo al contar que nadie ha corroborado la historia de que supuestamente se lanzó al mar sola.

Planteó que posiblemente le dio un calambre, tragó agua, se quedó pillada debajo del bote o se quedó desorientada ya que el área carecía de iluminación.

Al momento de su desaparición el novio de la joven había ido al baño, dijo Torres Falichs.

El cuerpo de la joven fue recuperado flotando boca abajo entre las 12:30 a.m. y 12:45 a.m. del 1 de enero por un botero. Recibió resucitación cardiopulmonar por un médico que se encontraba en un bote cercano, agregó Torres Falichs.

Tormos Abadía vestía un camisón con su traje de baño debajo, por lo que Torres Falichs duda que se haya lanzado intencionalmente al agua.

Su causa de muerte fue clasificada como asfixia por inmersión (ahogada). El cuerpo no presentaba ningún tipo de golpe.

Según contó a Torres Falichs el padre de la joven, la festividad de carácter internacional y que se celebra por años, carecía de medidas de seguridad apropiadas y no había vigilancia por parte del gobierno de las Islas Vírgenes Británicas.

“Cualquiera puede perder la vida en un vaso de agua”, reflexionó.

Según dijo, hay lecciones que se pueden tomar de esta tragedia que ha enlutecido a una familia puertorriqueña. “Siempre tiene que haber alguien que tome la batuta en un bote, un capitán. Hay que tener salvavidas en al bote y tiene que haber una persona que se asegure que todo esté en orden”, argumentó.

Torres Falichs contrastó las medidas de seguridad tomadas en Jost Van Dyke con su experiencia en Puerto Rico, donde son raros los casos de fatalidades por casos similares a este y observó que al menos aquí “hay rescatistas adiestrados, personas que saben lo que tienen que hacer”.