¿Por qué?

Esta es la pregunta que con impotencia y frustración se hacían una y otra vez los parientes de las seis víctimas –de un mismo grupo familiar– que fallecieron en un trágico accidente ocurrido el pasado viernes frente al residencial El Prado, en Río Piedras, mientras sepultaban a los suyos.

Sin dudas, es difícil de canalizar y buscar respuestas al por qué ocurrió este terrible evento en el que cuatro niños, una joven madre y una anciana perdieron sus vidas a causa de la irresponsabilidad que tuvo el despiadado que atropelló al grupo mientras esperaba en un cruce peatonal y huyó cobardemente dejándolos moribundos en la escena.

“Ay, qué desgracia, Dios mío... ¿por qué, por qué perdí a mi familia? Mi hermana, mis sobrinos, mi amada madre... ¿por qué, por qué?”, decía poco antes del entierro Amalí Díaz García, hermana de Raiza Calderón García, la joven que murió en el accidente junto a sus dos hijas menores (Amanda y Laurita, de 8 meses y 3 años, respectivajmente), su abuela (Laura, de 73 años) y sus dos sobrinos (Génesis y Anthony, de 9 y 7 años, respectivamente).

Hubo muchos momentos emotivos durante el servicio fúnebre, en particular cuando los parientes tuvieron unos minutos a solas para despedirse de los suyos previo a llegar al Cementerio Municipal de la capital.

En ese momento, un fuerte, largo y cálido abrazo unió a Rafael Saldaña y a Jennifer García, los padres de Anthony y Génesis.

Ella se derrumbó en llanto en sus brazos y él, con el mismo dolor, trató de consolarla. Justo cuando se dirigían al ataúd de la niña, Jennifer perdió el control y se desmayó. No es para menos: perdió a sus únicos dos hijos casi en el comienzo sus vidas.

“Dios sabe que di con todo mi corazón lo mejor de mí para mi Anthony y mi Génesis... ahora vamos a entregárselos a Dios en sus manos”, expresó minutos más tarde Rafael al tiempo que agradeció las muestras de apoyo y solidaridad que han recibido durante el amargo proceso.

Otro que quiso retribuir el afecto recibido fue Armando Montalvo, el papá de la fenecida Laurita y de la única sobreviviente de esta desgracia, la pequeña Yaisa, quien precisamente ayer fue dada de alta del Hospital Pediátrico Universitario.

“Estoy agradecido con el pueblo de Puerto Rico por el apoyo... gracias a ellos, y al de la única hija que me queda, es que me mantengo de pie”, dijo el hombre.

Armando explicó que la niña le da fuerzas para mantenerse animado y que, al menos hasta ayer, se encontraba ansiosa “por estar en casa conmigo, que soy su papá”.

Además, dijo confiar en que las autoridades arresten a los responsables del incidente.

Más temprano en la mañana, y como parte del servicio fúnebre, se efectuó una misa en la que se honró la memoria de los fallecidos y se exhortó a los presentes a valorar la vida.

La liturgia, a cargo del sacerdote Joaquín Mayorga, de la parroquia Sagrado Corazón, conmovió a los presentes.

“Ojalá que esta tragedia nos envuelva no solo en dolor, sino en solidaridad para que se detenga todo esto (crimen)”, dijo el sacerdote, que alentó a los parientes a tener fe de un reencuentro con sus seres queridos a través de la resurrección.

Los hechos de este lamentable caso se remontan al pasado 1 de febrero cuando el conductor negligente de un auto Toyota Camry –que aparece hurtado en los registros de la Policía– embistió a otro vehículo Toyota Corolla cerca del residencial El Prado, en Río Piedras, y atropelló en el brutal incidente al grupo familiar.

Tras la colisión, y en un acto de total cobardía, el conductor y uno o dos acompañantes –esa información aún la investigan las autoridades– huyeron a pie de la escena y se internaron en El Prado. Posteriormente, según la pesquisa, los delincuentes se pudieron haber trasladado a otros residenciales públicos como el Manuel. A. Pérez, Luis Llorens Torres y Jardines de Sellés.

De hecho, se asegura que la Policía sabe la identidad de al menos uno de los implicados, que pudiera estar relacionado con un robo ocurrido días antes del accidente en una panadería de Santurce.