Ocho meses después del paso del huracán María por Puerto Rico, a Rosa Julia San Antonio todavía le cuesta hablar de lo que pasó.

El viento arrancó su techo de zinc y perdió prácticamente todo lo que tenía en el interior de su residencia, ubicada en el barrio Arenales Abajo, en Isabela. Esa estampa que encontró al regresar a su casa luego de guarecerse en la residencia de un familiar, la tiene grabada en su mente como si fuera ayer.

“Cuando vine aquí y vi esto… se había ido todo…”, expresó con ojos aguados. “Hay gente que me dice: ‘Ah, Rosy, hay gente que perdió mucho más’. Pero lo que pasa es que a cada uno le duele su llaga. Esta era mi casa, por lo que yo luché tanto en esta vida… aunque hubiera sido techada de paja, pero que hubiera estado ahí”, comentó con voz entrecortada.

San Antonio, quien vive con su hija menor y una hermana que necesita atención especial, es una de miles de personas que sufrieron en primera fila los estragos del fenómeno y que ha necesitado de la ayuda de su comunidad y de entidades benéficas para levantarse. 

Igual sucede con Héctor L. Ríos Hernández, natural del barrio Guerrero de Aguadilla. 

Con 61 años, tuvo que dejar de trabajar como gruero para poder comenzar a construir su casa reducida a escombros.

“Estamos batallando con la segunda parte del huracán, porque la primera parte son los vientos y la segunda es todo el sufrimiento que nos deja. Pero hay que batallar con la situación. Hay que levantarse”, sostuvo Ríos Hernández con enorme optimismo.

Sin embargo, en ambos casos, las esperanzas de volver a tener una residencia digna se elevaron gracias a la ayuda de familiares, amigos, comunidades de fe y también de Voces, Fundación Topy Mamery.

La entidad, que originalmente se fundó en el 2016 para ayudar a albergues de niños, se ha dado a la tarea de identificar familias que todavía no han podido recuperarse de los estragos del ciclón y, gracias a alianzas con otras organizaciones y la ayuda de voluntarios, han podido devolverles la esperanzas a varias familias alrededor de la Isla. 

“Nos dimos cuenta de que había una comunidad que necesitaba ayuda. Le presentamos una propuesta a Unidos Por Puerto Rico, para asistir económicamente en las reparaciones de las residencias y la compra de materiales”, sostuvo Mariela Cruz Miranda, coordinadora de proyectos de la fundación.

“Además, estamos trabajando con el programa Valor, una organización que se dedica a ayudar a las instituciones sin fines de lucro para abarcar a más personas”, agregó Cruz Miranda, quien identificó otras entidades que le han dado la mano a este esfuerzo. 

“Originalmente, la idea era asistir a 10 viviendas y cinco hogares, pero hemos estirado el peso y ya llevamos 12 residencias”, destacó Cruz Miranda, quien agregó que todavía queda mucho trabajo por hacer y requieren la ayuda de donantes y de voluntarios que quieran aportar su talento para restaurar residencias y otras labores. 

Pero, a pesar del trabajo que aun queda por hacer, al menos las esperanzas de algunos de los damnificados por volver a tener sus residencias están más vivas que nunca.

“Aquí todo ha sido ganancia y aprendizaje. Aquí no ha habido nada de pérdida. Esto no es un castigo de Dios. El que se siente bendecido, es bendecido”, sentenció Ríos Hernández lleno de optimismo. 

Si desea ayudar a Voces, Fundación Topy Mamery, puede hacerlo aportando a la cuenta Paypal: mamery@vocesfundacion.org o por ATH Móvil al (787) 565-3561. También puede acceder a www.vocesfundaciontopymamery.org