Lo que pasaba por la mente de Cynthia Galinaltis cuando escuchó ayer que el tribunal le atribuía responsabilidad por la muerte de su hijo de dos años no lo sabemos, pero sus gestos, su postura incólume parecían mostrar la expresión de alguien a quien lo peor ya le pasó y nada más puede alterarle.

La doctora Galinaltis fue encontrada ayer culpable del delito menos grave de homicidio negligente de su hijo, Julián Pereira Galinaltis, quien murió asfixiado cuando lo olvidó por cerca de seis horas en la guagua en que viajaban.

Galinaltis, quien acude al tribunal siempre vestida con blusa blanca y pantalón negro, guardó silencio, aun cuando pudo expresarse ante la jueza Marta María Rosario, del Centro Judicial de Arecibo, quien la encontró culpable y la sentenciará el 2 de julio, lo que parece consistente con una mujer que en todo el proceso nunca ha intentado hacer exhibiciones públicas de su dolor.

La ginecóloga se expone a una pena que va desde seis meses y un día de cárcel hasta tres años. Sin embargo, el delito permite cumplir la sentencia bajo probatoria.

Durante estos cuatro días, Galinaltis estuvo acompañada de su esposo, Omar Pereira, y de un grupo de amigos, que incluía a su personal de la oficina ginecológica, en quienes se refugiaba cuando terminaba los procesos judiciales.

“Esto es una experiencia y un proceso que tenemos que vivir”, expresó la ginecóloga tras escuchar la determinación que la encontró culpable.

Más temprano, a su llegada al tribunal, la doctora dijo sentirse tranquila y confiada en Dios. Mencionó que antes de salir de su casa rezó el Salmo 91 en compañía de sus dos hijos. Ese salmo se refiere a la confianza en el amparo de Dios y su protección ante los males.

“Siempre hemos sido personas que hemos confiado que Dios está en nuestro hogar”, aseguró Galinaltis.

La doctora señaló que toda su familia se sentía agradecida por el tiempo que Julián estuvo en sus vidas.

“Tenemos que dar gracias a Julián porque nos trajo tanta alegría, tanto amor y porque nos has permitido la unión familiar”, manifestó Galinaltis.

“Julián fue un ángel que nos visitó por el tiempo que decidió vivir y se fue en la forma que él decidió irse”, comentó.

Quien tuvo que emitir el fallo fue una mujer también profesional que reconoció en sala que éste era uno de los casos más difíciles que le han tocado por la carga emocional envuelta, pero explicó que el delito imputado establecía que no se requería intención de causar la muerte, sino que una imprudencia la provocara.

“No se le juzga por ser mala madre ni mala persona sino por su descuido negligente, por un olvido”, señaló la jueza superior. “No se puede permitir que esto siga pasando en nuestra sociedad. Nuestros niños no pueden seguir pagando por el ajetreo de la vida de los adultos”, agregó.

El abogado Roberto Alonso dijo que analizarán si deben solicitar al tribunal una reconsideración o ir por una vía apelativa. Para Alonso, la jueza erró al entender que era criminal la negligencia cometida por su clienta.

En el delito de homicidio negligente no tiene que existir el elemento de intención, pero también es una negligencia distinta a la que se evalúa en el plano civil porque debe demostrarse una imprudencia de tal grado que no le deje al juzgador duda razonable.

También la defensa de Galinaltis evaluará si el fallo judicial puede tener alguna repercusión sobre su licencia de médico.

En tanto, el fiscal Rafael Freites alabó la apreciación que hizo Rosario de la prueba presentada por el Ministerio Público.

“No podemos seguir permitiendo que esto siga pasando. Por alguna razón, hay muchas personas que piensan que ésta es una conducta que se puede excusar”, indicó el fiscal. “Me parece que la juez lo dejó bien claro y envió ese mensaje así cuando no tenía que hacerlo y eso yo se lo respeto”, agregó.

El 4 de abril de 2011, Galinaltis olvidó dejar a su hijo en su centro de cuido en Manatí y siguió hasta su oficina profesional en Barceloneta, donde tampoco recordó sacarlo del carro. El nene estuvo entre las 9:00 de la mañana y las 2:00 de la tarde amarrado a su asiento protector en la guagua de su mamá.