El día nunca imaginado le llegó a la doctora Cynthia Galinaltis, cuando un olvido -que todavía no puede ni explicar cómo le sucedió- llenó de dolor a toda su familia porque terminó con la vida de un ser que, en su corta existencia, les llenó de vitalidad, emoción y felicidad.

Ella sabe mejor que nadie que no fue una simple inadvertencia. Su error tuvo una consecuencia mortal y por eso la risa de su hijo Julián ya no se escucha en la casa, sus días de juego acabaron y sus correteos por el patio tampoco se repetirán. Así que cada día vive en carne propia los efectos de ese error.

“Este niño era un angelito, era la felicidad de mi casa. Era un niño bien alegre, un niño bien querido. Los hermanitos estaban superfelices (con su llegada). Este nene nació en mi casa”, explicó Galinaltis, quien tuvo su último parto en el hogar.

Desde que nació, Julián era cuidado en su propia casa mientras su papá, Omar Pereira, y su madre trabajaban, y sus dos hermanos mayores iban a la escuela.

Sin embargo, seis meses antes de su muerte, el matrimonio decidió llevar al nene de un año y nueve meses a un centro de cuido, en Manatí, para que desarrollara destrezas de socialización.

“Yo lo saqué de mi casa para que el nene se expusiera a niños de su edad, para que desarrollara un poco más el habla, desarrollara destrezas de socialización, como hacer filas, ser más independiente, y entonces me sucede esto”, lamentó la ginecóloga.

Ese 4 de abril de 2011, cuando su hijo murió asfixiado frente a su oficina, se repite en su memoria continuamente.

“Lo que tengo también son dudas porque no puedo explicar en un 100 por ciento, a nivel espiritual, de por qué pasó. Aun cuando me digan que puede ser parte de un propósito de Dios, es algo difícil de explicar. Uno siempre se va a preguntar: ‘¿Por qué a mí? ¿Por qué pasó?’”, reflexionó.

Galinaltis tiene la certeza de que nunca dejará de extrañar y de querer a Julián, pero sabe que sus otros dos hijos varones, de ocho y 10 años de edad, necesitan de ella y de su padre, así que no pueden permitir que el dolor los abata con tanta fuerza que arruine la vida emocional de los pequeños.

“Nosotros les hemos dicho la verdad desde el principio”, dijo la doctora. “Tenemos a los nenes en ayuda psicológica desde el principio porque queremos unos nenes saludables. Yo encuentro que la han manejado (la situación) mejor que los adultos”, agregó.

La tristeza la acompaña como una sombra, pero la doctora afirmó que no debe hacer exhibiciones de ese dolor porque tiene que enseñarles a sus hijos que, en la vida, hay que sobreponerse a la adversidad.

“Ellos están en mi casa, ellos también son mis hijos, ellos también necesitan cuidados y mamá tiene que seguir hacia adelante por ellos, y eso es parte de las enseñanzas y los valores que les tengo que dar”, analizó esta arecibeña.

Un dolor muy público

La tarea de sobrellevar la situación ha sido más compleja por la exposición pública que ha tenido este caso. Su nombre lo escucha por los medios de comunicación, de repente, escucha análisis sobre su vida, opiniones de aquí y de allá, y hasta relatos de ficción sobre acontecimientos en su hogar.

Para añadir dificultades a su situación, el Departamento de Justicia presentó un cargo en su contra por homicidio negligente y el 28 de octubre será juzgada por ese delito.

No obstante, ha tenido la fortuna de recibir mucho apoyo de familiares, amigos, vecinos, pacientes e, incluso, de gente que no la conoce y le ofrece palabras de aliento y solidaridad. Galinaltis piensa que hay mucha “ignorancia sobre la vida” en aquellos que la juzgan con crueldad.

La doctora indicó que se ha encontrado con muchas personas que le han relatado que han olvidado a sus hijos en múltiples lugares, aunque afortunadamente sin consecuencias fatales porque se han percatado a tiempo.

Pero, sin duda, la mayor energía para seguir la ha recibido de su esposo, de quien no ha recibido recriminación. Por el contrario, ha sido su apoyo durante estos cinco meses.

“Cuando pasa algo así, usted no sabe las 50,000 cosas que pasan por la mente”, comentó Pereira. “Mi esposa es una persona llena de tanto y tanto amor, que es inconcebible que alguien siquiera infiera que ella haya hecho esto a propósito. ¿Cómo podría recriminar yo eso?”, añadió.

No encuentra explicación

Galinaltis tiene fe de que el tribunal entienda que lo ocurrido fue un terrible accidente.

“Aunque yo, quizás, no te pueda explicar por qué ocurrió, sigue siendo un accidente. Yo no me siento un criminal”, señaló la ginecóloga. “Yo estoy acostumbrada a ayudar y a salvar vidas... ¿cómo tan siquiera voy a pensar que voy a hacerle daño a uno de mis hijos?”, agregó.

Galinaltis siempre se consideró una madre sobreprotectora. Velaba con celo a su prole porque ésta no era la primera vez que la muerte de un hijo se le aproximaba, ya que, cuando el mayor nació, enfermó seriamente y hasta llegó a estar en coma durante cinco días.

“Dios hizo un milagro y salvó a ese bebé”, recordó esta madre. “Yo sentía toda mi vida que ese niño yo lo podía perder. Las ironías de la vida, no perdí al mayor, que era el que yo temía que podía perder, y perdí al que yo pensaba más saludable, más alegre y que nunca se me enfermaba”, agregó.

Tras la muerte de Julián, pensó en cerrar la oficina y abandonar su profesión pero, con el tiempo, entendió que tenía que seguir adelante por el bienestar de sus otros hijos, así que empezó a trabajar de manera parcial y el contacto, así como el amor que ha recibido de sus pacientes, le han servido de terapia, afirmó.

Con la idea de que lo que le ocurrió no se repita en otra familia, a su esposo se le ha ocurrido que, tal vez más adelante, puedan iniciar una campaña informativa que ayude a evitar una tragedia como ésta.