Gracias a la Fondita de Jesús, se llevan un bocado a la boca.

Decenas de almas arribaron al lugar, atraídos por el aroma de la sabrosa comida que se servía: arroz con gandules, pasteles y lechón.

Mientras comían, se dejaban escuchar los panderos. Algunos no pudieron evitar que los pies se les escaparan, siguiendo el compás de una plena. Otros comían, muy concentrados, tal vez el único alimento del día. Otros cantaban y aplaudían.

Los más eran las caras tristes, lánguidas, curtidas de desesperanza, de las que por momentos se asomaron lágrimas.

La música, la comida y la compañía contribuían a alejarlos un poco de su angustiosa rutina y a alegrar un poco sus atribuladas vidas.

“Son las personas sin vivienda. Esperamos que vengan cerca de 300 participantes de la Fondita de Jesús. Todos los días, de lunes a sábado, se sirve desayuno y almuerzo. Vienen de 125 a 200 personas diariamente”, explicó Solmarie Pérez Vargas, coordinadora de voluntarios del lugar.

La Fondita celebraba ayer el día de Navidad gracias a la aportación de T-Mobile, que durante 13 años ha donado este almuerzo.

¿Echan de menos el hogar?

“Ellos echan de menos el tener aceptación. Echan de menos el amor y el calor humano y para eso estamos aquí, para brindarles las atenciones que no tienen, viviendo en la calle”, dijo Pérez Vargas.

Frances Rodríguez, gerente de comunicaciones de T-Mobile, dijo que en el tiempo que llevan colaborando ven caras nuevas, pero también caras conocidas.

“Vemos algunos que llevan los mismos 13 años que nosotros llevamos aquí”, dijo.

Unos pleneros dirigidos por Douglas Candelario irrumpieron en el comedor, llevando alegría: De los hijos de mamá, yo soy el gallo pelón, cantaban.

En tanto, Alexis Santiago Santos trataba de pescar, con el tenedor plástico, el último granito de arroz que quedaba en su plato.

Al principio estuvieron escurridizos y renuentes a hablar con Primera Hora, pero luego quisieron exponer sus historias. Wilfredo Esquilín, de 54 años, en su silla de ruedas, muestra cómo le cortaron una pierna a consecuencia de la diabetes, y enseña la erupción en la piel que tiene en la otra pierna.

“Antes vivía en Santurce y ahora vivo en Lloréns. Tengo vivienda, pero aún me falta tener estufa. Soy diabético. Me hacen diálisis. Tengo un pie a dentro y otro afuera”, dijo.

¿Trabajó en alguna ocasión?

No, nunca trabajé.

¿Por qué?

Por las enfermedades. La diabetes, el corazón, la circulación, la artritis y la enfermedad mental. Nunca quisieron darme trabajo. Al menos ahora tengo un sitio donde quedarme.

Carlos Santiago clamó por ayuda y porque le entreguen su seguro social.

“Yo estoy en la calle. Tengo siete condiciones. Padezco de cáncer, asma y del corazón. Me quitaron el seguro social por un error”, indicó.

Por lo que explicó, presuntamente “ en la Fondita le robaron su seguro social y su identidad” y lo encarcelaron, acusándolo de haber cometido el delito de falsificación. Dijo que después de seis meses preso, se probó que no era la persona y que él no sabía leer ni escribir.

“Yo lo que quisiera es que me verificaran por qué me quitaron el seguro social. Yo lo necesito para mis medicinas. Si usted ve las medicinas que yo tengo aquí (señala su bulto). No me quieren devolver los cheques. Yo necesito ese dinero. Llevo 20 años sin usar drogas”, aseguró.