En el clima de violencia que se vive en el País hay decenas de niños que han pagado un terrible precio como víctimas de este problema social pues, han sido testigos presenciales de muchos de estos crímenes.

En menos de un mes se han destacado varios casos de esta índole, entre ellos un robo domiciliario en el que un menor residente de hogar fue amordazado junto a sus padres en medio del atraco; la masacre en Guaynabo de una familia en el que el único sobreviviente fue un adolescente de 13 años que vio como asesinaron a sus padres, hermano y abuela; y el de una niñita de edad preescolar que presenció cuando su padrastro mató a su mamá para posteriormente suicidarse en hechos ocurridos en Juncos. 

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A simple vista el escenario es catástrofico para cada una de estas criaturas, quienes a juicio del sociólogo José Rodríguez necesitarán de un equipo multidisciplinario de profesionales para sobrepasar con optimismo y de una forma saludable este episodio tan nefasto de sus vidas.

Y es que según el experto en conducta social, haber estado expuestos a un acto de violencia  podría colocar a los menores en un temor y depresión profunda común en las personas que sufren estrés postraumático. En ese sentido, el tratamiento y consejería urge y sería determinante en desarrollo futuro del niño afectado.

"Todos estos casos tienen elementos que definitivamente pueden tener una influencia negativa porque estamos hablando de un escenario extremadamente violento en el que fueron testigos del momento en el que le hicieron daño a sus familiares", expresó el profesor universitario.

Dudas recurrentes, sentimientos de culpa, desconfianza, tristeza profunda, ansiedad y conducta impulsiva son algunos de los comportamientos que podrían presentar los niños testigos de eventos violentos.

"Para un adulto es un trauma difícil de internalizar. Imagínate para un menor. Por eso es importante la intervención de profesionales con capacidad de manejar estos casos como un trabajador social clínico, un consejero, un sicólogo o un siquiátra", recomendó.

De otra parte, Rodríguez dijo que este tipo de escenario en el que un criminal comete sus fechorías sin importarle la presencia inocente de un niño, refleja la visión individualista que agobia a nuestra sociedad.

"Ya no se piensa en colectivo y todo esto también es parte del cultivo social de otros problemas como la deserción escolar, el desempleo, la falta de amor, la incapacidad de tolerancia y el manejo de problemas a través del diálogo… son factores que se van a acumulando en una olla de presión y estallan con las consecuencias sicológicas que estamos viviendo", opinó.

Aún así el sociólogo prefiere observar con optimismo el futuro.

"Si bien estas situaciones son drásticas y consumen mucha energía sicólogica, también es cierto que por medio del amor, el cuido y el tratamiento adecuado y a tiempo, se puede hacer bien a los testigos de estas tragedias violentas y existe una posibilidad alta de que estos muchachos puedan seguir adelante con sus vidas", expuso.