Cercano a El Yunque en la zona de Río Grande y repleta de verdaderas riquezas naturales, se encuentra la Finca NeoJibairo. Allí, un par de hermanos puertorriqueños se dedican a cultivar la tierra y a producir alimentos de manera orgánica.

Francisco y Antonio Castro Barreto ejemplifican lo que es ser un “nuevo jíbaro” tal y como se llama la finca de siete cuerdas ubicada en la carretera 187 donde día a día, bajo el sol y la lluvia se dedican a cultivar berenjenas, zanahorias, lechuga, col rizada, tabaco, ajíes, tomates, pepinillos y parchas, además de algunos tipos de flores. Todos sus productos son libres de pesticidas e insecticidas y sus principales clientes son hoteles, restaurantes e individuos particulares. 

“Desde pequeño amo cultivar la tierra y soy agricultor de profesión hacen más de 10 años. Elegí la agricultura orgánica por la necesidad de producir productos naturales y saludables localmente. Hace falta crear productos vivos, libres de pesticidas e insecticidas”, explicó Francisco de 28 años de edad, quien creó para el 2013 la empresa de nombre “Hidrorgánica”. 

Sin embargo, la faena de Francisco con la tierra era una tarea individual hasta hace 11 meses, justo después del paso del huracán María cuando su hermano Antonio, quien fungía como entrenador personal, se vio obligado a buscar otra alternativa de empleo, pues el estatus de emergencia que se vivía en la Isla no le permitía operar como de costumbre.

Es así como por accidente, ambos hermanos que se manejaban en entornos distintos, se unen en un mismo campo profesional. 

“Luego del paso de María perdí todos mis clientes, mi gimnasio cerró y decidí ayudar a mi hermano. Ahora estoy dedicado de lleno al negocio y él me está enseñando cómo se trabaja la tierra y quiero seguir apoyándolo y desarrollándome en este campo de la agricultura”, explicó Antonio Castro de 36 años de edad.

Su unión no pudo darse en mejor momento, ya que Francisco acababa de recibir el rudo impacto de la devastación de María en sus tierras. Así que ambos unieron fuerzas para sacar adelante lo que desde entonces se convertiría en un proyecto familiar.

“Nuestra finca se destruyó en su totalidad, el huracán arrasó con todo, pero juntos hemos logrado echarla hacia adelante. Ahora mismo solo trabajamos en el campo mi hermano y yo y es duro, pero a 11 meses estamos ya a un 90% de nuestra producción y se nos ha dado utilizando solo los materiales que nos rodean porque la naturaleza misma nos ayuda”, indicó el menor de los hermanos. 

Su semilla más importante

La misión de los hermanos Castro no se queda tan solo en las tierras de NeoJibairo, su visión va más allá y busca llegar a cada pedazo de suelo, incluso de cemento, para educar a la ciudadanía sobre la sustentabilidad alimentaria.

“Creamos un programa hace dos años que se llama “Hablemos de agricultura”, donde visitamos fincas de diferentes agricultores para ver cómo cultivan sus tierras y que otros puedan imitarlos. También visitamos escuelas, comunidades, empresas públicas y privadas con el fin de que cada uno de nosotros en nuestros espacios, ya sean balcones, techos y patios, sembremos alimentos frescos para el deleite de todos y así contribuir a la soberanía alimentaria”, sostuvo Francisco.

Por su parte, Antonio se involucró perfectamente en el proyecto educativo creado por su hermano, gracias a sus conocimientos relacionados con la buena alimentación y la salud física.

“La agricultura se relaciona con mi profesión porque mi experiencia me dice que los alimentos frescos sean orgánicos o no, son de beneficio para el ser humano. Definitivamente ese es el camino que deberíamos escoger. Por eso queremos depositar la semilla en los niños que están más vulnerables porque modificar su conducta hacia la alimentación es más fácil que la de un adulto que está acostumbrado a comer de cierta forma”, destacó. 

Asimismo, Francisco entiende que sería beneficioso regresar al pasado para emular las cosas buenas que los jíbaros boricuas hacían con la tierra y con la producción de alimentos.

“En 1939 Puerto Rico llegó a producir más del 65% de sus alimentos y en el café, tabaco y caña producíamos 100% de nuestros consumo y hasta exportábamos. La historia nos demuestra que se puede, solo hay que sembrar. Mi meta es crear modelos agrícolas en cada uno de nuestros pueblos, continuar educando, creando nuevos agricultores y mantener lo valores que nos enseña la agricultura. Estos valores son la perseverancia y resiliencia. Quizás en mi paso por esta vida no vea la soberanía alimentaria, pero mi lucha aportará al cambio”, estableció Francisco.

Sin duda, estos agricultores están dispuestos a aportar a la tierra como la tierra aporta a sus vidas, pero solicitan que el gobierno facilite el acceso para que el País pueda tomar la ruta de la autosuficiencia y puedan generarse más empleos a través de la agricultura.

“A la vez que se facilite y se abran las puertas para más ayudas al agricultor y se reconozca su valor, vamos a tener más oportunidades. Todas las trabas que ponen en la Autoridad de Tierras hacen el camino dificultoso y tenemos cientos de miles de cuerdas baldías que son de los mejores terrenos del mundo donde se podría cultivar alimentos y crear empleos”, culminó el joven empresario.