Washington D.C. Los médicos les advirtieron a sus padres que la pequeña que acababa de nacer no tenía posibilidades de vida y que, en caso de que sobreviviera, sería una persona completamente disfuncional. La niña había llegado al mundo con paladar hendido, problemas de audición y sus medidas no eran las adecuadas para una criatura de su tiempo.

Han pasado 24 años desde que Ana Yesenia Chávez nació en un hospital de Guadalajara, México. Desde entonces, ha desafiado muchos pronósticos clínicos y ha logrado desarrollarse como una personal normal. Pero el proceso ha sido arduo, y lamenta que sólo haya podido lograrlo con las ventajas médicas que sus progenitores encontraron cuando decidieron mudarse para Los Ángeles, en Estados Unidos.

“Cuando nací los médicos se miraron, le dijeron a mi mamá que estaba muy enferma y que moriría pronto... pero mi papá, que ya había vivido en Estados Unidos, sabía que tenía probabilidades de sobrevivir acá... ahí fue que conocieron sobre Little People of America (LPA)”, relató la joven, quien participó junto a otras muchas decenas de personas hispanas de talla baja de la convención anual de la organización.

De hecho, fue a través de la LPA que Ana Yesenia supo que tenía distrofia displasia, uno de los 200 tipos de enanismo que existen. Asegura que en México le habían hecho un mal diagnóstico cuando le dijeron a sus papás que era acondroplásica. “Mi cuerpo no es tan largo como el de un acondroplásico. Tenemos extremidades más cortas, las manos y dedos separados, el pie plano y no tenemos la frente grande”, explicó quien también, a través de la organización, pudo conocer a unos cirujanos que le realizaron las cirugías necesarias para arreglar un problema en su cordón espinal y le reconstruyeron el paladar.

Ana Yesenia -quien vive sola, tiene un bachillerato en psicología y cursa estudios de maestría en trabajo social en la Universidad de Los Ángeles- explicó que, cuando tenía seis años, nació su hermana menor, Celia. Para sorpresa de sus padres la pequeña también tenía distrofia displasia. Actualmente, Celia tiene 18 años, y también participó de la convención de LPA.

“En mi caso fue más fácil para mis papás porque yo no nací con complicaciones. Y mi hermana ha sido mi modelo a seguir... ella me ha enseñado que puedo lograr todo lo que me proponga”, cuenta Celia, quien se propone iniciar este año estudios universitarios como maestra de español.

“El reto más grande que tenemos nosotras es la sociedad, sobre todo en nuestra cultura latina, hay mucha inmadurez. En México, por ejemplo, son ofensivos, se burlan de nosotras y hasta dudan de nuestras capacidades. Esas son cosas que me gustaría que fueran cambiando porque me da pena ver que sigamos tan atrasados”, dijo Ana Yesenia.

De otra parte, entre el grupo de hispanos se destacaron la pareja de novios Laura Casados y Juan Carlos Arreguín, quienes han dedicado los últimos años de su vida en servir de ejemplo para otros jóvenes de talla baja en su país, donde estiman que 1 de cada 10,000 personas nace con algún tipo de enanismo.

Laura -quien tiene 21 años, es estudiante de psicología y tiene la condición de pseudoacondroplasia-, posicionó hace unos meses como campeona de natación en las Paraolimpiadas de su país. Además la muchacha, criada en Querétaro, es locutora radial y fue seleccionada como modelo para una nueva línea de ropa para personas de talla baja que llegará a México.

“Todo lo hago porque quiero ayudar a concienciar... quiero abrir puertas en mi estado y municipio para que la ciudad crezca en servicios para nosotros. Tenemos que hacernos visibles para lograr, por ejemplo, que los lugares donde transitamos las personas con discapacidad sean de fácil acceso”, expresó.

Por su parte, Juan Carlos -quien preside la Asociación de Gente Pequeña en Jalisco- está enfocado en el aspecto psicológico que rodean no sólo a la persona con la condición, sino también a sus familiares.

“En un principio, cuando un matrimonio tiene un hijo de talla baja hay conflictos entre ellos. Se echan culpas, y eso no debe suceder. Por otra parte, está el niño con estatura pequeña que se enfrenta a muchas situaciones emocionales en su adolescencia... porque es cuando empieza uno a sentir atracción por el sexo opuesto, pero las muchachas no quieren salir con uno. O luego, en los equipos deportivos, no nos aceptan porque somos muy bajitos. Son cosas que tenemos que afrontar y en la que tenemos que educar a la sociedad para dejarles saber que tenemos las mismas capacidades que cualquier ser humano... Y no es que queremos que nos traten con lástima, sino que nos traten iguales”, manifestó Juan Carlos.