Cumplió con su rehabilitación tras ser convicto por delitos en la década de 1980 y hasta consiguió graduarse de bachillerato con honores, pero el calvario que pasó para poder borrar los antecedentes penales de su expediente lo han llevado a mantener una protesta por seis años, que ayer retomó en los predios del Capitolio.

Juan Rolón Rivera tiene de nuevo su pequeño campamento en los alrededores del lugar y, esta vez, planifica pasar dos días de huelga de hambre para llamar la atención sobre el artículo de ley que exige que los convictos esperen cinco años luego de cumplir sus condenas para poder pedir que sus antecedentes sean borrados. 

El  proceso no solo resulta costoso, sino que además está luego a la discreción del juez de turno que podría aceptar o no la petición.

“Me estoy quedando aquí en el área sur del Capitolio. Hice un campamento con mi mensaje”, explicó Rolón Rivera, quien salió el domingo caminando desde Morovis para hacer su protesta.

Tras almorzar ayer, Rolón Rivera afirmó que se mantendría sin ingerir alimento sólido hasta el jueves al mediodía para llamar la atención sobre este tema. 

“El proceso para eliminar el antecedente es bien costoso, en especial para una persona que no consigue empleo y tiene que contratar un abogado para que lo represente en el tribunal. Mucha gente aprovecha, se rehabilita, y luego tiene que estar esperando sin poder trabajar”, comentó Rolón Rivera. 

Este hombre no solo ha protestado contra esta situación, sino que además ha estudiado para poder someter propuestas a los legisladores en busca de cambios. 

“Traje dos proyectos de ley por petición. Se los he entregado a legisladores. Estoy buscando que se enmienden artículos”, afirmó Rolón Rivera, detallando que una de esas propuestas cambiaría la ley para que un convicto pueda solicitar un certificado de capacidad para trabajar una vez cumpla su condena a través del tribunal. 

Actualmente, los convictos pueden pedir un certificado de capacitación para trabajar a través del Departamento de Corrección y Rehabilitación en un complicado proceso que muy pocos piden y a muchos menos se les aprueba. 

“Esto es algo que incluye no solo a los confinados, los que están en probatoria, los que están en centros de rehabilitación”, insistió Rolón Rivera, quien cumplió su condena en 1997 y tuvo que esperar 17 años para poder eliminar sus antecedentes. 

 Sin embargo, el hombre insistió en que pasó por momentos bien difíciles y hasta perdió relaciones de pareja por no tener trabajo y, por tanto, no tener dinero.