La violencia, el uso problemático de alcohol y drogas, así como la deserción escolar son los tres problemas asociados a la salud mental que más afectan a los puertorriqueños, según han identificado facultativos de la Universidad Carlos Albizu en un manifiesto que presentaron a periodistas hoy, sábado.

De acuerdo con lo estipulado por los especialistas, estos problemas sociales y psicológicos se documentan en todas las sociedades del mundo, pero en Puerto Rico no se han podido establecer esfuerzos coordinados para atenderlos.

“Tenemos una sociedad bien complicada en términos de salud mental. Hay una gran ausencia de salud mental”, dijo el doctor Ángel Collado Schwarz, presidente de la institución educativa, durante la actividad efectuada en el hotel Caribe Hilton, y que, según destacó, procura concienciar al pueblo a través de los medios de comunicación.

La violencia se manifiesta desde el seno de las familias, se traslada a las comunidades, a las escuelas y a los demás espacios de convivencia expusieron expertos como la psicóloga clínica Jo Lynn Suárez y el trabajador social Larry Alicea, director del Programa de Apoyo a Víctimas de Abuso Sexual y su Familia, quienes presentaron estadísticas alarmantes.

Señalaron que el 29% de los estudiantes dice haber sido víctima de acoso escolar y que hasta un 6% de los niños y adolescentes portan armas en las escuelas.

“La violencia sale de la estructura social, se ve en el discurso político, en el mismo modelo económico de tomar prestado cuando ya no se puede pagar lo que se tiene”, sostuvo Alicea, al tiempo que señaló un movimiento hacia la economía solidaria, como parte importante para atajar el problema. Se trata de brindar atención con los recursos que se tienen, promover autosostenibilidad en las comunidades y ampliar la participación ciudadana en la toma de decisiones del país.

Por otra parte, la elevada tasa de suicidios, sobre todo entre la población de ancianos, que en Puerto Rico llega a los 780,000, es una manifestación adicional de la violencia. “Esta población está marginada”, consideró el especialista en el tema José Rodríguez Gómez. Resaltó que el país tiene apenas 50 o 60 geriatras. “Tenemos que empezar a reconocer esta marginación para poder empezar a hacer intervenciones adecuadas. No podemos dejar a nuestros ancianos solos”, señaló Rodríguez Gómez.

En el tema del uso problemático de sustancias, el doctor Juan Nazario Serrano, mencionó la multiplicidad de factores, como la genética, el acceso temprano y disfunciones familiares, que están asociados al problema. Se trata de una enfermedad crónica, destacó el psicólogo clínico, con índices de recaídas similares a los de la hipertensión y al asma. Sin embargo, los esfuerzos locales han demostrado su inefectividad y la poca atemperación al contexto puertorriqueño. “Hay que dejar ya el enfoque de la ‘mano dura’. El tratamiento tiene que ser integrado, dirigido a la reducción de daños y a la reintegración comunitaria. Esos son modelos que han sido exitosos en el mundo”, sostuvo.

La doctora Cynthia García Coll, por su parte, señaló que hace falta coalición entre universidades, agencias gubernamentales y comunitarias.

“Hay sitios donde las escuelas, los programas, las familias están funcionando, pero no se está aprendiendo de esas familias. Tenemos que crear una conciencia nacional en Puerto Rico, lo que necesitamos es hacerlo a escala.”, agregó García Coll.