¿Qué le provoca placer sexual al puertorriqueño?, ¿Hay prevalencia de conductas atípicas sexuales en la población de la isla?, ¿Cuáles son las parafilias más comunes entre los boricuas?, ¿Hasta dónde es normal este método de excitación?

Las respuestas a estas interrogantes forman parte del estudio “Prevalencia de conductas sexuales Atípicas en Puerto Rico”, cuyos hallazgos se dieron a conocer ayer en la edición 48 de la conferencia  anual de la Asociación Americana de Educadores, Consejeros y Terapeutas de Sexualidad, un evento internacional que se lleva a cabo esta semana en el Hotel Condado Plaza, en San Juan.

Durante un año el sicólogo y sexólogo Edward Fankhanel realizó una encuesta vía internet -en la que participaron más de 1,531 personas mayores de 21 años y residentes de toda la Isla-, tratando de indagar los métodos de excitación utilizados por los puertorriqueños.

El estudio también buscaba conocer con cuánta frecuencia las personas logran la satisfacción a través de las parafilias (comportamientos sexuales caracterizados por la excitación del sujeto ante objetos y situaciones que socialmente no son consideradas patrones sexuales habituales ) y, sobre todo, confirmar si este tipo de conducta atípica pasa la raya de lo normal convirtiéndose en un problema de salud mental.

Y, ¿cuál fue el resultado? Según, Fankhanel, la encuesta demostró que sí hay un gusto por las parafilias entre los boricuas, siendo el acto de ver pornografía, con un 78% de los votos de los participantes, la de mayor práctica.

Le siguen con un 44% el parcialismo (fijación con una parte del cuerpo, por ejemplo piernas, manos, orejas, etc), el deseo de tener sexo con alguien 10 años mayor (25%) y el voyeurismo (fantasía o conducta sexual al observar a un extraño sin que este se percate) con un 13%.  

Pero, ojo, sólo 2 de cada 10 personas que hacen este tipo u otra conducta sexual presentan un desorden parafílico. 

Es decir, se sienten perturbados con lo que hacen al extremo que  podría causarles ansiedad, sentido de culpa, estrés, insomnio, entre otros malestares sicológicos.

En cambio, el resto del grupo -8 de cada 10- no reportan tener problemas mentales, emocionales o de comportamiento como resultado de sus parafilias.

“De alguna forma, todos tenemos parafilia. Ya sea porque nos excita un olor, la música o alguna otra cosa que no sea humana. Pero eso no significa que tengamos un problema mental. Ahora, si tú me dices que te atraen los pies de tu pareja, que eso sería la parafilia llamada parcialismo, y que eso te causa estrés, no puedes dormir, entre otras cosas, ahí sí tienes un desorden y necesitas ayuda”, explicó el también decano asociado de Psicología y Trabajo Social de la Universidad del Turabo.

Y es que según el especialista, la sexualidad es tan diversa como los individuos que la practican.

 Claro, hay factores que inciden y tienen que ver con la educación sexual recibida, experiencias vividas (muchas desde la adolescencia), la religión y la cultura. 

“La religión es bien importante porque influye y hace sentir a una persona con parafilia culpable, que está en pecado, se siente falto de valores. Lo hace sentir mal y ese aspecto es importante porque si sicológicamente le afecta, hay un desorden y debe buscar ayuda”, expresó Fankhanel al recordar que en muchas religiones el acto sexual se ve únicamente como un método de procreación.

Otras parafilias en la Isla

Un dato interesante para Fankhanel es que, aunque en muchísima menos proporción, hay una lista de parafilias - todas explicadas en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Desórdenes Mentales (DSM-5), que parece atraer a los puertorriqueños.

De hecho, algunas prácticas son más visibles cada día, por más raras que parezcan. 

Entre estas, 14% de los encuestados mencionó el masoquismo (excitación al recibir dolor) y  12%  el sadismo (excitación al provocar dolor), unas  conductas que deben ser consentidas entre ambas partes porque sino caerían en un acto ilegal.

¿Habrá influenciado novelas como Fifty Shades of Grey? Para el especialista, tal vez uno que otro se lanzó a experimentar por curiosidad, pero sólo las parejas que sintieron placer de verdad continuarán la práctica. El resto olvidará el melodrama.

El exhibicionismo, así como ver a la pareja teniendo sexo con otra persona -algo muy común en los swingers- fueron mencionados por los participantes.

En cambio, las parafilias que más llaman la atención -aunque son practicadas por un rango menor de los encuestados (entre un 1% y un 7%) son la asfixiofilia (cuando los deseos sexuales se despiertan por la fantasía de ser estrangulado), la urofilia (excitación al orinar a la pareja; los famosos golden shower), el travestismo (excitación al vestir ropa del sexo opuesto) y la cropofilia (cuando se llega al orgasmo por comer excremento de la pareja).

“Algo interesante es que estamos viendo más casos de klismafilia, que es el erotismo que sienten algunas personas que incluso llegan al orgasmo mientras se ponen enemas”, dijo Fankhanel.

A su vez, mencionó la tendencia a la estigmatofilia, que son los deseos sexuales despertados por tatuajes, cicatrices o perforaciones en el cuerpo de la pareja.

“Eso se está comenzando a ver en Puerto Rico y se trata de personas que se ponen piercing en el seno, vagina o en el  pene porque entienden que sienten más excitación durante el sexo. También se está viendo los que se cosen el pene para dar más fricción a la mujer. Son cosas artísticas, pero raras que están empezando a florecer en Puerto Rico”, aseveró.

¿Tiene cura? 

Para el sexólogo, antes de un diagnóstico, se debe estar consciente de que el hecho de que una persona tenga fantasías o deseos con las conductas mencionadas no significa que tengan un desorden parafílico. 

El desorden, como explicó antes, se diagnostica cuando estas parafilias provocan daño significativo a la persona, a su pareja o a otra persona. 

“Por ejemplo, la pedofilia, que es la excitación con niños, es un delito si deja de ser solo una fantasía para el que la tiene. Si esa persona llega a la masturbación o al acto (teniendo sexo con el menor) caería en un delito”, indicó.

En circunstancias cuando hay un desorden parafílico es imprescindible el tratamiento.

“La rehabilitación dependerá del tipo de parafilia y su profundidad. En algunos casos, como serían los pedófilos o los que gustan tener sexo con cadáveres (necrofilia ) es casi imposible y lo que se procura es la intervención para tratar de controlarlos. Y esto se lleva a cabo con terapia sexual y sicológica y con modificación de conducta y cognitiva”, precisó.

“Aquí lo importante es que los profesionales de la salud mental deben saber reconocer la diferencia entre alguien que llega con parafilia, pero es feliz, versus alguien que tiene un desorden. Uno necesita atención clínica, y el otro tal vez una orientación”, puntualizó.