Guayanilla. “Aquí yo he visto crecidas del río, pero ninguna como esta”, afirmó este miércoles Jorge Morales, de 87 años de edad, sobre el golpe de agua que cubrió por dos días el casco urbano de Guayanilla durante el azote del huracán María.

A su casa,  ubicada al final de la calle Luis Muñoz Rivera –la principal del pueblo-, entraron tres pulgadas de agua, por lo que se dañaron muebles, mesas, coquetas, ropa, zapatos, libros y discos. En temporales anteriores, dijo, se había inundado la calle, pero jamás el agua había entrado a las residencias.

Con María el panorama fue realmente peligroso. El Río Guayanilla se salió de su cauce a la altura del Hotel Costa Bahía y se extendió por toda la calle Luis Muñoz Rivera, el sector Añasco, la plaza pública, el residencial Padre Nazario, la urbanización Villa del Río y el puente de Magas. 

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El miércoles quedaban como huella de ese recorrido grandes acumulaciones de tierra y fango sobre el pavimento, aceras e infraestructura. Primera Hora observó varias personas con mascarillas y pañuelos para protegerse del polvorín.

“Antes se había inundado, pero no tanto. Esa verja del vecino (de cuatro pies de alto) el río la tapó completamente. Ni metiéndole plástico a las puertas pude evitar que se inundara. Se metió bastante agua dentro de la casa”, indicó la hija de Morales, Milagros, quien vive en Humacao pero pasó el huracán con su padre y su madre, Rosa Torres.

Milagros, de 63 años, contó que varios árboles y un congelador de hielo arrastrado por el golpe de agua obstruyeron la vía delante de la vivienda. 

“Aquí frente a la casa había un árbol bello de guayacán, que ahí nos sentábamos, y se fue. Los árboles de moca del lote del frente se cayeron. Lo único que veías era agua, agua y agua, y los zinc volando. Este ha sido el peor huracán que he visto”, describió la hija.

El río creció dos veces: durante el huracán y al día siguiente. Entre viernes y sábado fue que finalmente bajó el agua y los guayanillenses pudieron comenzar a salir y limpiar. 

Prácticamente todo lo ubicado a lo largo de la calle principal sufrió danos. Algunos establecimientos del Centro Comercial Santa Elena fueron pérdida, entre ellos el Supermercado Napo Vélez, el más grande del pueblo, y la Farmacia Boriquen. Casas, tiendas, el correo postal, la Escuela Francisco Rodríguez López, el cuartel de la Policía Estatal, el Tribunal de Primera Instancia y el Centro Gubernamental también cogieron agua.

“Es la primera vez en la historia de Guayanilla que el río se mete a esa altura y en tantos lugares. Porque en ocasiones anteriores se había metido hasta la plaza y todo el casco urbano, pero no como ahora. Vino desde el hotel como con cuatro o cinco pies de alto y con una velocidad que metía miedo. Esto ha sido desastroso. Fue terrible”, relató Pedro Antonio Blasini, de 69 años y residente en la segunda extensión de Santa Elena.

En la plaza de recreo, los árboles lucen maltratados, pero no todos perdieron la copa; la casa deshabitada encima del restaurante chino Lucky Cirino se destruyó, y en la alcaldía se rompieron dos ventanas frontales. La casa de gobierno se inundó en ambos niveles.

“Se metió de ocho a nueve pulgadas de fango dentro de la alcaldía, la biblioteca cogió agua, el archivo municipal y el museo también. Y el agua rompió una de las paredes del cementerio. Es crítico”, señaló Pablo Irizarry Caraballo, director de la Oficina Municipal de Manejo de Emergencias (OMME) y de Emergencias Médicas.

Por su parte, Rafael Arlequín, director del Departamento de Arte, Cultura y Turismo, informó que en el Museo de Arqueología, Historia y Epigrafía entraron como tres pulgadas de lluvia, pero las colecciones se salvaron. Falta ver el daño al zócalo y a las puertas, que son de madera.

El miércoles quedaban 88 personas refugiadas en la Escuela Segunda Unidad Gloria Borrero del Barrio Macaná. Todas perdieron sus hogares. Según el censo efectuado por personal municipal en los barrios Playa, Quebrada y Jagua Tuna, 106 casas fueron pérdida total y 245 se quedaron sin su techo de zinc. Irizarry Caraballo estimó que al final tendrán mil residencias sin techo.

“Todavía estamos haciendo brecha en algunas carreteras. En la 378, sector Pasto, las brigadas no han podido llegar a la comunidad y en la 381, en Quebrada Honda, tampoco. Las personas que han bajado lo han hecho a pie. Se perdió el café y los guineos”, indicó Irizarry Caraballo sobre los sectores que colindan con Adjuntas.

También se perdió la carretera 3378, que era nueva y no pudo ser inaugurada. Esta conectaba el barrio Pasto con el Bosque Guilarte. También se tuvieron que cerrar nueve puentes y vados, incluyendo el Puente de Magas porque el agua socavó uno de los balcones.

Guayanilla no tiene electricidad ni telecomunicaciones, pero algunos sectores ya cuentan con agua potable por planta eléctrica. El municipio comenzó a recoger la basura con sus camiones pues la empresa Platinum Waste Disposal, que tiene el contrato de este servicio, no ha hecho el trabajo.

“Nos dijeron que no habían logrado localizar a sus empleados porque son de otros pueblos y nosotros estamos haciendo el trabajo con los recursos que tenemos disponibles”, expuso el vicealcalde, Elliot Class.

Como en todos los pueblos, en Guayanilla urge el agua y alimentos, no solo para los refugiados y damnificados, sino para la población general. Esto, debido a que el único supermercado que queda, Willer Cash & Carry, no da abasto.

El Departamento de la Familia no ha entregado cajas de comida todavía y empleados de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA) estuvieron el martes en el municipio, pero no precisaron cuándo llegará la ayuda ni los toldos, confirmó Irizarry Caraballo.