A Antonio de Vera le brillaron los ojos cuando recordó el momento en que una madre escuchó latir el corazón de su hijo fallecido, pero en otro cuerpo. 

“Igualito a como sonaba en mi vientre”, imitó y repitió conmovido el Director Ejecutivo de LifeLink Puerto Rico, organización de recuperación de órganos aquí y en las Islas Vírgenes.

Aquella familia a la que de Vera hace referencia perdió a un joven de ventitantos años, pero tomaron la decisión de extender su vida a través de la donación.

“Si tú sabes que el regalo de tu ser querido va a ser posible que otro viva lo que le queda de vida, ¿qué mejor regalo?”, dijo de Vera.

Pese a ese gran regalo que es la vida misma, en Puerto Rico ha disminuido la cantidad de donantes y la cantidad de órganos recuperados.

Según datos de la organización, en 2014 y en 2015 fueron 104 los donantes, pero en 2016 se redujo a 88 y en junio la cifra alcanzaba los 42. Si la tendencia continúa, se podrían alcanzar los 100 donantes.

En cuanto a los órganos recuperados, de 356 en el 2015, se redujeron a 301 en 2016 y en el mes pasado llegaron a 135. Ese ritmo permitiría que se alcancen los 324 al culminar el 2017.

“Se nos han ido las personas más jóvenes, nos quedan más personas mayores y entonces es difícil recuperar multi-órganos”, explicó De Vera.

Pero la demanda sigue siendo alta en el país con 510 personas en lista de espera para recibir un riñón, 36 para hígado, 10 para riñón y páncreas, dos para corazón y uno para intestinos.

La distribución de órganos se lleva a cabo a través de un sistema computarizado manejado por el United Network for Organ Sharing (UNOS), en el que se evalúa la prioridad de los pacientes en distintas áreas geográficas de acuerdo a factores como qué tan crítica está la condición del paciente y grupo sanguíneo, entre otros criterios.

Puerto Rico comparte región con estados del sureste como Florida, Georgia, Alabama y Mississippi, entre otros.