Si bien es cierto que “la necesidad es la madre de la invención”, la crisis actual redunda en un problema para numerosos puertorriqueños que buscan la manera de sobrevivir en un panorama económico hostil y competitivo.

Así las cosas, hay quienes deciden hacer uso de las herramientas que provee el Internet, sumando el tema del sexo, para hacer dinero.

Un fenómeno llamado Fly Tetas

Con 300 libras de peso, una estatura de 5’7” y una cultivada fama de “pautosa” en las redes sociales, Taymé Rojas es una joven de 27 años, madre de dos niños que canta, escribe canciones, es animadora de eventos y en su tiempo libre, hace vídeos sexuales personalizados para la venta.

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“Cuando comienza el boom de las ‘yales’, a las ‘yales’ todo el mundo quería destruirlas y, pues, yo fui una que me fui en la redada. La única que le sacó provecho fui yo, quizás fui la más inteligente”, rememora orgullosa sobre lo que hoy se ha convertido en su principal ingreso económico.

Fly Tetas, nombre que nace por el movimiento constante de sus senos, es un personaje que incursionó en este negocio desde hace aproximadamente año y medio, luego de que decidiera monetizar lo que ya hacía por placer: compartir vídeos sexuales con otras personas.

Esto, sumado a la necesidad económica, hizo que se convirtiera en un fenómeno en redes sociales, como Facebook y Snapchat, pues asegura que habla y hace cosas que nadie se atreve a hacer.

En entrevista con Primera Hora, reflexionó sobre su rol de madre soltera, lo que para muchos sería motivo suficiente para dedicarse a otra cosa. “Yo les doy amor y trato de darles todo. Es complejo, porque soy yo sola con ellos. Con los niños está Taymé todo el tiempo: la que los pasea, la que juega con ellos, la que los regaña. Pero en la cama, está Taymé la sucia. La que hace películas para adultos. La que complace al que pague, sea mujer o sea hombre. Al que pague, yo le vendo”.

Tarifas, clientes y  fama

Como un menú de restaurante, Fly Tetas ofrece a sus clientes un catálogo de servicios de vídeos sexuales personalizados que incluyen, más no se limitan a, masturbación sencilla, masturbación con vibrador, sexo oral, sexo oral vaginal con chicas y penetración. Todos tienen un costo distinto, pero los precios comienzan desde los $60 y el intercambio monetario se realiza con la utilización de aplicaciones como PayPal o ATH Móvil.

“Yo tengo voleibolistas famosos, abogados, doctores, millonarios, de todo (como clientes). Y todos son jóvenes. No es usual que una persona mayor de 36 años me compre. Muchos de ellos vuelven. Muchos me preguntan ‘¿cuánto quieres por sexo?’.  Las mismas esposas me compran, tengo hasta religiosos que me han comprado vídeos…”, aseguró mientras añade que gran parte de lo que tiene se lo debe a la fama que le ha dado su trabajo.

“La fama. ¡Wow, la fama!… Todo lo que tengo es gracias a la fama. Que no es mucho, pero me da para pagar mis biles…”, comparte la mujer, quien hace un tiempo -asegura- no contaba ni con la cama en la que duerme hoy. Dice que el hecho de que paguen ahora por verla la hace sentir deseada y respetada, mientras aporta a mejorar su calidad de vida.

Oferta y demanda, según los expertos

Andrés Claudio, profesor y experto en comportamiento del consumidor, explicó que en Puerto Rico se ha visto la tendencia de que los consumidores pagan por contenido local y exclusivo, y el que personas se hayan apoderado de las redes sociales para mercadearse o promocionar productos relacionados al sexo, abre una puerta de grandes retos para hacer comercio, para las comunicaciones y para la industria.

Dijo que existen jóvenes que se ven como una marca que es rentable y están haciendo dinero, algo muy similar a comportamientos observados en el pasado con personajes como “la Vampi”, que han utilizado las redes sociales para mercadear un estilo, un gusto y han visto que generan interés y deciden seguir haciendo contenido.

“Están claros de que son productos y que, a través de su producto, pueden atraer otras marcas, pueden mercadear producto y generar ingresos”, manifestó Claudio.

Lourdes Soto de Laurido, quien es catedrática, investigadora y educadora sexual en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, por su parte, coincidió en que una de las maneras más comunes de hacer intercambios sexuales es a través del Internet; promocionándose y vendiéndose como una alternativa real y buena que brinda placer.

Algunos de estos intercambios, explicó, se dan por problemas de autoestima, por obtener aprobación de sus pares, por una necesidad de tener estimulaciones sexuales a través de la web o, simplemente, por una necesidad económica.

En Puerto Rico, por ser un país “reprimido sexualmente”, hay mucha demanda porque hay mucho tabú respecto a este tema. Al menos así lo expresó el psicólogo clínico y sexólogo José R. Pando.

Añadió que todavía resulta incierto cuáles serán los efectos a largo plazo, pues son prácticas muy nuevas, pero especuló que estas acciones pueden afectar grandemente la estima de las personas.