En un país con una tasa de desempleo de más de un 13 por ciento y un salario promedio de $18 mil, tener un trabajo con un sueldo de $73 mil anuales es algo excepcional. Con una juiciosa administración, esa cantidad es suficiente para vivir con relativa comodidad.

Ese es el salario básico de los legisladores y legisladoras, quienes tienen como fin servirle al país, pero más de uno se ha quejado de que el dinero no les da.

Hasta se han marchado por eso.

El martes se supo de una orden administrativa del presidente cameral Jaime Perelló para reembolsar hasta $900 mensuales en gastos relacionados con las funciones de los representantes. La medida se parecía tanto a las viejas dietas que llovieron las críticas y a Perelló no le quedó más remedio que retractarse del sistema de reembolsos.

Así las cosas, tanto los senadores como los representantes continuarán con su salario base de poco más de $70 mil. Al que no le dé, tendrá que irse o buscarse algún “chivito” que no lo mande directamente a la Oficina de Ética. Pero, si se guía por recomendaciones para presupuestos hogareños, los chavos les alcanzarán.