Corozal. La pequeña Kamila Crystal comienza a dar sus primeros pasos. Sus padres, Leishka Albaladejo y Ángel González, la miran embelesados con ese amor especial que surgió hace un año cuando vieron nacer a su primogénita en medio de un cúmulo de angustias provocadas por el hecho de que la labor de parto inició en una escena devastadora e incomunicada tras el azote del huracán María.

Los padres de la hermosa niña relatan la experiencia como un acto milagroso, pues las horas previas al alumbramiento se volvieron un caos considerando que las únicas dos vías para poder llegar a un hospital desde su residencia -ubicada en el barrio Palmarito de Corozal-, habían quedado totalmente obstruidas por deslizamientos de terrenos, el colapso de puentes y escombros de árboles y postes del tendido eléctrico.

En entrevista con Primera Hora la madre rememoró el momento. De hecho, comentó que tuvo un presagio de lo que ocurriría y trató de prevenirlo buscando auxilio en su ginecólogo el 19 de septiembre de 2017, un día antes del embate del ciclón.

“El ginecólogo nos mandó para el hospital (Municipal de San Juan), pero allí la respuesta de una doctora –a la que le insistimos que nos dejara quedarnos con la preocupación de que entendíamos que no íbamos a poder salir de la casa si pasaba algo como lo que pasó– nos dijo que si ocurría algo, que llamáramos al 9-1-1 o fuéramos al hospital más cercano”, dijo Leishka sobre el esfuerzo que fue en vano, todavía cuando le faltaban tres días para cumplir las 40 semanas y estaba en dos centímetros de dilatación vaginal.

El augurio se hizo realidad. Y la angustia comenzó la madrugada del 22 de septiembre cuando las contracciones anunciaban la pronta llegada de Kamila. “Fui al baño y estaba sangrando… no sabíamos qué hacer”, rememora la joven madre.

A esa hora del amanecer su esposo Ángel salió a pie -y cruzando escombros- en busca de ayuda. Pasaron algunas horas, hasta que localizó a alguien.

“Sabíamos que había una enfermera en el barrio y llegué a su casa a tocarle la puerta”, cuenta sobre la profesional con la que llegó a la casa a las 9:00 de la mañana.

La pareja relata que la noticia del pronto nacimiento de la niña se corrió como pólvora en el barrio y en un grandioso gesto de amor decenas de vecinos se unieron para ayudar en la faena.

Al hogar llegaron tres enfermeras, tres médicos y vecinos con agua, material de primeros auxilios, tanques de oxígeno y otros artículos de primera necesidad para garantizar un óptimo ambiente para cuando Kamila llegara al mundo.

Mientras tanto, las contracciones se hacían cada vez más fuertes y, aunque hubo un intento de que Leishka pariera en su hogar, los especialistas que la asistían sospechaban que algo malo podía ocurrir. Entonces, urgieron a que se aunaran esfuerzos para que se abriera camino y la mujer parturienta pudiera llegar a un hospital en Barranquitas.

Y así ocurrió. Un vecino voluntariamente utilizó un equipo pesado para remover escombros, lo que permitió que la joven madre fuera trasladada en una “sapa militar” de Corozal hasta un área segura en Barranquitas donde la esperaban paramédicos y una ambulancia.

Al ser trasladada a la clínica del pueblo montañoso, recibieron otro segundo golpe emocional. “Nos dijeron que no la podían atender porque ya había roto fuente y que ellos no tenían el equipo especializado si ocurría alguna complicación”, expresó Ángel sobre los acontecimientos que tienen anotados con hora y fecha en una libreta que guardan con recelo.

El plan en ese instante –y ya pasadas las 9:00 de la noche– fue trasladar a Leishka al Hospital Menonita de Aibonito. El trayecto, que en época normal es de media hora aproximada, se dilató por seis horas a causa de las malas condiciones de las carreteras.

“Gracias a Dios llegamos al hospital y allí rápido nos atendieron. Me pusieron las correas y pitocina (medicamento utilizado para aumentar las contracciones y acelerar la labor de parto natural), pero no funcionó. Había pasado por tantas cosas las horas antes que no tenía fuerzas para parir… y me tuvieron que hacer la cesárea”, expresó la progenitora sobre el alumbramiento que ocurrió a las 9:33 de la mañana del día 23 de septiembre.

Según datos ofrecidos por el Registro Demográfico, entre el 19 y el 21 de septiembre de 2017, hubo 191 nacimientos en Puerto Rico.

Kamila Crystal tragó líquido amniótico al nacer, por lo que tuvo que ser recluida en cuidado intensivo durante una semana. Desde entonces, su desarrollo físico ha sido positivo.

“Es una niña saludable. Ahora es que está un poco enfermita por la bruma de los pasados días. Pero el pediatra nos dice que se está desarrollando muy bien”, cuenta Laishka.

Además, la pequeña proyecta ser picoreta, pues ya dice palabras como “mamá”, “papá” y “Pancho” (el nombre del perrito del hogar). Además, gesticula cuando le cantan “La linda manita” o “Pon el dedito en el pilón”.

También es buen diente, pues le encanta el arroz con habichuelas. Incluso, ya tiene seis dientes.

“Este pasado año ha sido una chulería. Es una nena bien buena. Siempre durmió toda la noche y bien tranquilita”, dice Ángel.

En un viaje retrospectivo, la pareja coincide en que el reto más grande durante los pasados meses es haber iniciado el proceso de la maternidad y paternidad en medio del caos y las secuelas que dejó el huracán María.

“Estuvimos siete meses sin electricidad y eso hizo las cosas difícil… por la noche cambiando pañales con linternas y a veces se nos quedaba sin batería… Además, no tener señal acá arriba complicaba las cosas porque si pasaba algo no teníamos forma de comunicarnos”, expresa la madre, quien ha sido invitada a varias escuelas a relatar su historia como sobreviviente del potente ciclón que quedará por siempre en la memoria de los puertorriqueños.