No falla. El lechoneo es toda una tradición. Desde las 7:00 de la mañana de hoy, cientos de puertorriqueños se han dado la vueltecita por Guavate, para probar el cuerito del lechón y comprar la comida típica de nuestra gastronomía navideña, rica en sabor y sabrosa en calorías, para la  despedida del Año Viejo.

Los dueños de las lechoneras hacen su agosto para estas fechas con la venta de cientos de lechones  asados, el arroz con gandules y las morcillas que acompañan el plato navideño boricua.

José Colón Claudio, conocido como “Pepe Mojito”, propietario de la primera lechonera  que se encuentra al llegar a Guavate, El Mojito, dijo que ya para las 11:00 de la mañana, se habían vendido  cuatro lechones.

¿Cuántos vende en un día?

Bastantes lechones. El día de Nochebuena es el día especial que más se vende.

¿Cuánto vende a diario?

Es que uno pierde la cuenta, dijo riéndose. Yo empecé hace 40 años con un pernilito. Hoy, después de haber  trabajado muchísimo con mi familia, estoy vendiendo un montón de lechones. Este negocio era pequeñito. Yo los criaba, los mataba, los asaba y los vendía. Ahora tengo 30 empleados.

¿De dónde salen los lechones?

Yo los crio. Es una cadena. Uno los capta. Uno los ceba y los manda al matadero y son inspeccionados por Agricultura Federal.

¿Son del país?

Son de aquí. Sí, son de aquí. Cuando hay mucha demanda los traigo de Estados Unidos.

El comerciante dijo que es lo mismo porque el que trae de afuera lo alimenta con lo mismo que le da al de aquí. Señaló que la diferencia es que, “el americano habla inglés”.

Noel y Héctor, dos jóvenes  a cargo  de sacar los lechones de los hornos y llevarlos al picador,  aseguraron  que en estos días han llevado sobre sus hombros  como mil lechones en su vara.

“En mi vida, he cargado como un millón de lechones”, dijo Noel riéndose.

En tanto los clientes hacen kilométricas filas para ordenar el preciado asado.

Raúl Álvarez, de Canóvanas, dijo que tiene familia en Cayey y aprovecha el viaje para “surtirse”.

“El lechón es bueno todo: las costillas, el cuerito”, expresó.

¿Y el rabito?

El rabito también. La morcilla no me gusta tanto, pero es parte de la comida exquisita de este día.

Jorge Hadock, de Guaynabo, va a El Mojito todos los años. “Pedí arroz con gandules y morcilla. No pedí lechón porque tengo pernil en casa. Es para combinar. Mi hijo cumple año hoy y despedimos el año  en mi casa”, explicó.

Hilda Rivera, también de Guaynabo, dijo que, “como no voy a despedir el  año como tradicionalmente lo hago con mi familia  grande, vine a comprar comida típica y desarrollar una pequeña actividad con mi esposo, que lo operaron de corazón abierto, y mi hija. Le llevo algo de pavo a él, y el desarreglo lo hago yo”.

“La morcilla está muy buena”, dijo por su parte, Carlos Osorio, de Carolina.

“Estamos aquí bajando las calorías, que nos hacen falta. Este año no voy a comer más, después que  coma aquí”, dijo su amigo Gregorio Monell.

En una mesa grande un grupo de jóvenes tenía un brunch, como acostumbran hacer todos los años, antes de enfilarla hacia Jayuya,  al Cerro Guilarte y al Cerro Punta.

Un pitorrito de obsequio

El próximo negocio que se encuentra a la entrada de Guavate es la Lechonera Bruny, un negocio familiar, mucho más pequeño y con  menos volumen de venta.

“Aquí la crisis le ha afectado bastante. Es mucho más bajita la venta. Hubo que reducir empleados y   menos días de trabajo”, dijo Lelo Ortiz, mientras picaba un lechón.

Alexis Vega, encargado del negocio, explicó que los  afectó mucho la  lluvia en Noche Buena, pero “siempre se mueve”.

“Es un negocio pequeño. Aquí somos  mi sobrina, mi hermana, mi mamá, mi abuela. Yo soy el que estoy aquí a las 3:00 de la mañana, asando. Casi siempre se mueve por la tarde, después de las 3:00, que la gente sale de los “moles”, que vienen  a comprar  el lechón, el  pavochón, el pavito”, acotó.

“Como la economía está cerraíta, da para sostenernos, pa’ echarnos pa' lante como familia”, señaló.

A los clientes, cuando llegan, les dan un pitorrito, que es la tradición.