TOA BAJA.- Aunque los remanentes de la tormenta Beryl no causaron inconvenientes mayores, la amenaza que presentaba el sistema fue suficiente para sacudir los temores que se viven a flor de piel en Toa Baja después de la traumática experiencia del huracán María.

Carmen Montero, una enfermera de 60 años de edad, vive e el sector Ingenio de Toa Baja, en una de las casas que todavía tienen los toldos azules y, cuando se formó Beryl, sintió cómo le volvía el recuerdo de cuando sectores de Toa Baja quedaron bajo agua.

“Yo viví encerada por unos palos que cayeron. Fueron los vecinos los que abrieron. Aquí nunca se había inundado y nosotros no lo esperábamos. El agua se metió hasta aquí”, expresó Montero, mientras señalaba una medida de un pie en una pared de la cocina, todavía con empaques de suministros y botellas de agua acomodadas como pudo después lidiar con la inundación del hogar.

“Voy para 61 años y nunca se había inundado aquí. Esta vez se metió ‘bien heavy’. Ahora, según anuncian inundaciones o tormenta, uno se asusta”, agregó, al indicar que estaba pendiente a refugiarse en casa de un pariente que vive cerca en caso de que fuera necesario.

Según el alcalde toabajeño Betito Márquez, actualmente hay sobre 2,000 hogares que todavía tienen toldo en sus techos desde María.

El funcionario señaló que él fue el primero en sufrir los recuerdos de septiembre pasado cuando anunciaron los efectos de Beryl.

“La realidad que vivimos en Toa Baja fue traumática y ciertamente, cuando anuncian agua, es totalmente normal que la gente se ponga tensa y aflore esa película que tanto sufrimiento nos dejó”, sostuvo.

“Por eso fue trabajamos con los arreglos. Mira que de 24 refugios en Puerto Rico, siete eran en Toa Baja. Yo quise tratar de llevarle a la ciudadanía tranquilidad. No podemos detener los fenómenos, pero podemos prevenir”, abundó.

Señaló que desde el viernes tuvo trabajadores sociales en las comunidades, mientras brigadas se dedicaban a asegurarse de que no hubiera escombros en los cuerpos de agua y alcantarillas.

Destacó que afortunadamente no hubo inundaciones y ninguna persona necesitó refugiarse, por lo que dejaría solamente dos abiertos refugios por la noche hasta hoy en la mañana.

“Gracias a Dios no vino nada, pero nos sirvió para ver cómo estamos en una situación que pueda llegar después, porque solamente estamos en el inicio de la temporada de huracanes”, afirmó.