Las necropsia realizada a Yuyo, el chimpancé que se hizo famoso en los años 80 por divertir a grandes y chicos en el desaparecido zoológico Monoloro, reveló que el primate murió de un infarto provocado por un inusual aumento en sus niveles hormonales.

Fue el grado de excitación al que llegó el animal en un momento dado lo que le provocó un infarto durante la noche del 18 de abril de este año. “Aparentemente durante la noche Yuyo tuvo unos sueños eróticos que le produjeron una estimulación momentánea y un infarto cardiaco”, detalló el alcalde de Bayamón, Ramón Luis Rivera Cruz.

“Es parte de la naturaleza. Los animales también tienen este tipo de reacción y parece que la combinación de la edad y que estaba en los últimos días le provocó un infarto”, agregó el Ejecutivo Municipal en cuyo pueblo Yuyo vivió desde el 1987 hasta el momento de su muerte.

Contrario a los planes iniciales de desarrollar un robot a escala real con la tecnología animatronic que estaría cubierto con la piel del animal, Rivera Cruz indicó que los mismos fueron descartados debido a que pasó mucho tiempo entre la muerte del animal y la hora que fue preservado.  Ahora decidirán si lo entierran o incineran.

Yuyo siempre se destacó por sus aires de seductor y se pasaba brincando de lado a lado en su jaula en el Parque de las Ciencias. Pero,  al momento de su muerte esos años  ya habían terminado. Se pasaba el día comiendo y descansando. Mejor dicho, echando panza, al punto que estaba 100 libras sobrepeso. También sufría artritis.

Por muchos años, su fiel acompañante fue su hijo Toby, quien murió hace tres años. Además de Toby, Yuyo tuvo una hija, Tamy, que nació en Bayamón, pero tuvo que ser trasladada al zoológico en San Luis, Misurí, ya que su madre murió de un infarto y en la Isla no había otra chimpancé que pudiera criarla.

Yuyo ha tenido tres grandes amores, por lo menos que se le conozcan. Judith, madre de Toby y de una hermana gemela que murió al mes de nacida; y Katrina, la mamá de Tamy y con la que tuvo una relación furtiva.

Lo que hubo entre Katrina y Yuyo no fue amor, sino pura pasión por parte de él. A Katrina la preñó a través de los barrotes que los separaban en momentos en que los presentaban, proceso que se realiza debido a que los primates se dejan llevar por el olor de las feromonas para seleccionar a su pareja.

Su otro gran amor fue Susie, con quien también tuvo crías en los años en que era una atracción en el Monoloro.

Al morir, a sus 47 años, el cuerpo de Yuyo ya no mostraba un pelaje negro azabache ni mucho menos la agilidad de sus años de mocedad, pero lo que no cambió fue su magia de dibujar una sonrisa en quien lo conocía. Y aún lo hace.