Cumplía sus 18 años el 20 de julio de 2001 y cuatro días más tarde entraba en el campo de tiro de la Marina estadounidense en Vieques, con un poquito de susto,  pero con la  convicción de que había que sacar  la Marina  de la Isla Nena, que había que devolverles la paz a sus compatriotas viequenses.

Félix Omar Colón Bernard, nieto del luchador independentista Noel Colón Martínez, madrugó a su abuelo y a su padre, Félix Colón Morera, quienes también hicieron desobediencia civil en Vieques, siendo arrestados, más adelante, el 2 de agosto de 2001.

Son tres generaciones de desobedientes civiles unidas no solo por el  amor y la  sangre, sino también por una  causa: lograr la paz para Vieques.

“¿Qué ejemplo usted ha dado?”, preguntamos al patriarca de la familia.

Ese es el mejor ejemplo que se le puede dar no solo a los jóvenes de la familia, a los hijos, sino  proyectarlo al país entero. Había que hacer un esfuerzo grande para alentar una protesta lo más masiva que se pudiera  porque la idea era  sacar a la Marina, y  esa idea se cumplió.

“El problema es que aquí hay una autoridad federal ejerciendo un control sobre una población por muchos años y se va coagulando una protesta general contra la Marina. Llega un momento en que el país se moviliza y nosotros formamos parte de esa movilización general”, dijo Colón Martínez.

Hace 10 años, cuando contaba 75 años, Colón Martínez entró a la zona prohibida, pasando la noche en un terreno agreste, teniendo como lecho el duro suelo.

“No es igual que  cuando se tienen 22 años (se ríe). Nosotros ingresamos de noche. Fue  incómodo.  Dormimos allá en el campo,  en las estrellas, en una casa que nos facilitaron para llegar a una entrada clandestina, y por allí penetramos”, relató Colón Martínez.

El abogado y analista político  entró junto con unas 20 personas, incluyendo a otros homólogos  ex presidentes del Colegio de Abogados. Iba  acompañado, además, por su hijo, Félix Colón Morera.

“Ya yo había sido detenido antes. Yo estuve  en Vieques  cuando se produjo el desalojo del 4 mayo de 2000, cuando la Marina invade y saca a todo el mundo de los campamentos que se habían establecido. Ese día nos arrestaron, nos esposaron y  nos condujeron a un lugar, pero no nos acusaron”, recordó.

¿Qué significa ser esposado?

Uno siente que los está venciendo. Uno  siente que esa es la debilidad de ellos y la fortaleza nuestra. Cuando uno sufre los castigos que  naturalmente conlleva la desobediencia, uno siente que  los está venciendo porque  nosotros utilizamos la razón  y ellos la fuerza.

¿Volvería a hacer desobediencia?

Todavía nos quedan muchos problemas  aquí. Si hay que  hacer desobediencia,  yo estoy dispuesto a hacerla,  y si hay que  hacer desobediencia  por Culebra, que todavía no la han descontaminado, yo estoy  perfectamente   de acuerdo en que  se haga y estoy dispuesto a participar.

Hemos logrado  ciertos objetivos.  Hemos logrado algunos y no otros.  Falta por sacarlos completamente y que acabe la descontaminación de Vieques y Culebra. Y acá, si en Puerto Rico  se desarrollara una  resistencia masiva para protestar por la  imposición  de leyes federales  en Puerto Rico, yo estaría dispuesto a participar. La pena de muerte...

¿Qué falta?

Lo que pasa es que la victoria que obtuvimos es una parcial. El Gobierno estadounidense  retuvo un tercio de Vieques y lo que era el área de tiro lo conserva la Marina y está vedado a todo el mundo, y es el área más contaminada.  En los procesos de descontaminación, han vuelto a contaminar. El sistema que han utilizado  no protege a  la población. El día  que  la población de Vieques   proteste masivamente y decida hacer desobediencia  civil, y yo estoy vivo, yo no tengo ningún problema en caer  allí otra vez.

Había estado en Culebra

Félix Colón Morera, padre de Félix Omar, había tenido una experiencia similar a la de su hijo, pues en 1971, a sus 18 años, también fue  arrestado en Culebra durante los actos de desobediencia civil llevados a cabo por el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP).

“Yo no había cumplido los 18 años en 1971.  En un momento dado, entramos a la zona restringida. Caminamos un rato. Nos detuvo un pelotón de marines con sus armas y nos arrestaron”.

Hubo un resultado positivo, indicó,  porque la Marina dejó de bombardear en Culebra.

“Vuelvo a Vieques. Éramos  como 20 personas”.

¿Qué los mueve?

Los que vivimos esa época recordamos el furor nacional en tantos lugares y frentes distintos. Mi padre, para empezar, mi primer ejemplo. Queríamos invadir el área de tiro, interrumpir  las prácticas. Creo que en esa época se dio un “basta ya colectivo” y era sumarse a eso. Sabíamos a lo que nos exponíamos y estábamos dispuestos a enfrentar las consecuencias.

¿Qué le parece ver a su  hijo  en esos  líos?

Él tenía una formación política.

¿En el hogar?

Integral (se ríe). Él es muy consecuente con  sus ideas y muy firme, y ha adoptado lo mejor que le hemos podido dar con el ejemplo. Tiene un arrojo que ha demostrado en su militancia en otras causas que  yo le admiro.

¿Qué puedes decir de su padre?

Es un ejemplo muy grande no solo para mí, sino para tantas personas. Él ha sido un ejemplo de verticalidad, integridad, honestidad y consecuente, aparte de parecerme a él físicamente. Eso significa para mí.

Para Félix Omar, los recuerdos  de su gesta como desobediente son inefables. Le tocó entrar al área restringida con el legislador de  Nueva York Adam Clayton Powell. Fue arrestado, esposado y encarcelado.

“Ese día se formó un revolú. Como había un legislador de Nueva York, había prensa de Estados Unidos. Los de la Marina se pusieron pico a pico y tiraron gases lacrimógenos. Nos arrestaron rápido”.

¿Qué te parece la experiencia?

Pues no es muy buena... En parte sí. Es importante  cuando luchas por una causa. Es bonita. Yo hablaba con personas mayores que me contaban  que  los marinos se metían a las casas a violar a las viequenses. Había mucha injusticia y eso me chocaba. No podía entender eso.

“Cuando  llego a la cárcel, estaba Rubén Berríos, Denis Rivera, el alcalde de Carolina,  ‘Tito Kayak’... y me empezaron a aplaudir. Estuve una semana preso, pues no pagamos la fianza”.

Ya dentro de la cárcel, se  acuesta y se pregunta: “¿Ahora qué”.

También pasó su sustito, pues en un momento dado se quedó solo y capturó la atención de un grupo de presos.

¿Cómo ha influenciado en tu vida el tener de abuelo a Noel Colón Martínez?

A mi abuelo le tengo una admiración por todas sus luchas,  y a mi papá que  me había  contado de la lucha de Culebra. Había  que luchar por los viequenses.

El patriarca, en tanto, a sus 85 años, recalca: “Todavía nos quedan muchos problemas”.