Casi escondida en un caminito lleno de curvas, la Escuela de la Comunidad Matilde Rivera Amadeo parecía estar vacía en su primer día del curso escolar, pero no: en dos salones se concentraba una cuarentena de estudiantes (el recinto acoge alumnos de kinder a quinto grado) recibiendo sus primeras clases.

Esta escuela estuvo en peligro y, de hecho, cerró administrativamente, según confirmó el secretario de Educación, Rafael Román, en entrevista con Primera Hora.

Sin embargo, la comunidad de Las Ochenta no se dio por vencida y se reunieron con representantes del Departamento de Educación exigiendo que la escuelita permaneciera abierta y lista para sus hijos, para lo que Román sólo les pidió que consiguieran los estudiantes.

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Al final, lo lograron, recibiendo el apoyo del municipio (con una guagua de sonido con la que animaban a la gente a matricular a sus hijos) y reuniéndose una y otra vez para evitar el temido cierre.

Ayer llegaron casi todos los nenes (siete de ellos de la Román Baldorioty de Castro, uno de la Francisco Mariano Quiñones y ocho chiquitines de kinder), pero hubo nueve que se ausentaron por falta de uniformes. 

No obstante, a media tarde de la alcaldesa de Salinas, Karilyn Bonilla, ya se los había gestionado y, finalmente, se espera que las aulas del plantel rural sean ocupadas por al menos 58 niños y niñas.

¿Por qué hay tan pocos estudiantes?

“Porque la comunidad no llega”, explicó Nicolasa Cora Suárez, ayudante especial del Secretario. 

“Todos los estudiantes no se han ido a Estados Unidos, como dicen, sino que hay factores como que la gente no está pariendo. Si no hay niños…”, comentó.

Uno de los reclamos más urgentes de los padres, de origen humilde, es que la escuela más cercana estaba a una hora a pie y no todos tienen carro. Por ello tanta insistencia en mantener “La Ochenta” abierta, y Melissa Correa, madre voluntaria, fue una de las más vocales.

“El 29 de junio nos dijeron que la iban a dejar abierta pero luego no había la matrícula”, explicó la mujer. 

“Entre el 18 y 19 de julio, nos reunieron y el Secretario dijo que si existía la matrícula la escuela se mantendría, y lo hicimos”, dijo con orgullo.

Por su parte, Mabel Maldonado Torres, directora del plantel, comentó que La Ochenta es un anexo de la escuela Francisco Mariano Quiñones, en la Playa de Salinas, y allá hay 130 estudiantes, pero no es viable trasladar a éstos.

“Esta escuela no cierra”, aseguró enérgica. “Ya tienen su maestra de educación especial, de educación física, de español, inglés… Ellos se quedan aquí y viven cerca, no hay necesidad de traspasar a  los estudiantes”.

El recinto cuenta con una cancha techada de baloncesto, varios salones (casi todos vacíos durante nuestra visita), baños y comedor (donde los menores consumen su desayuno y almuerzo, en la mayoría productos frescos).

De hecho, al dar la hora de almuerzo se pudo ver lo unida que es la comunidad porque muchos padres llegaron a visitar a sus nenes y preguntarles cómo transcurría su primer día de clases.

“Yo entiendo que el Departamento (de Educación) ha sido diligente y ésta ha sido la bendición. Tenemos conserje, trabajador social, secretaria, yo, que estoy fija y unos padres maravillosos”, destacó la directora.

Otra de las visitas que se recibieron fue la de Carolin López Texidor, coordinadora de la Asociación de Maestros de Puerto Rico, quien quiso corroborar cómo funcionó el proceso de matrícula, ver el estado en el que se encontraba La Ochenta y visitar a sus maestros asociados. 

“Quise ver cómo estaban manejando el trabajar con niños de diferentes grupos porque hasta ahora tienen multigrado hasta que lleguen los maestros contratados, pero lo he visto muy bien; llegué con la preocupación de que era multigrado pero la directora y las funcionarias me explicaron que se siguen contratando maestros y seguirá aumentando la matrícula”, aseguró.