Ángel Vidal no es la norma. Tiene un perfil muy distinto a las 3,501 personas sin hogar que existen en Puerto Rico.

El sexagenario pasa sus noches en una caseta de campaña en el estacionamiento de la gasolinera Gulf en Bairoa, en la carretera PR-1 en Caguas, junto a su perrita Gotita.

Reside allí con los motetes que rescató tras ser desahuciado de su casa en Humacao. 

No es usuario de drogas ni ha estado antes en la cárcel, aunque sí está falto de incentivos económicos, asistencia médica y un empleo que lo ayude a estabilizarse.

Lo mismo ocurre con una gran parte de las caras nuevas que andan deambulando por las calles del País luego del huracán María.

La caseta, cubierta con un toldo azul para taparla de la lluvia, ocupa el primer estacionamiento; el segundo parking lo tiene su viejo Toyota Corolla.

El huracán María lo pasó justo en la parte de atrás de la gasolinera. Amarró su carro al portón, se montó y “se encomendó a Dios” con Gotita en la falda. 

“Ese carro se remeneaba por todas las esquinas. Los zinc de arriba volaban y chocaban contra la capota del carro. Y yo ahí encerra’o con la perra”, dijo Ángel, de 62 años.

A pesar de que Ángel lleva un año deambulando y pidiendo dinero en las luces para tener con qué comer, hace apenas unos meses el gobierno municipal de Caguas y una organización sin fines de lucro lo visitaron para ofrecerle ayuda de vivienda. 

Sin embargo, el acuerdo de la organización no le pareció conveniente.

“Me dijeron que me daban residencia, pero que tenía que pagar luz, agua y $50 adicionales por la perra. ¡Pero de dónde yo voy a sacar para pagar la luz y el agua si yo lo único que recibo son los cupones!”, aseguró Ángel.

En un intento de sacarle partido a su experiencia como gomero, Ángel trató de solicitar empleo en diferentes negocios cercanos, pero después de María, el comercio ha decaído y no hay esperanzas laborales para él en la ciudad criolla. 

“Me han dejado tira’o como si fuera un perro deambulante. No tengo familia. No tengo a nadie. Esto es lo único que tengo, a mi perrita Gotita. La gente insulta a uno porque se cree que uno está aquí pidiendo pa’ droga”, sostuvo.

La triste realidad de muchos 

Como Ángel, existen miles de personas más, aunque aseguran que la cifra de personas sin hogar debe ser mayor tras el paso de María el año pasado. 

Según Dielmarie Negrón, líder de la Operación Compasión de la organización Iniciativa Comunitaria, no es usual que una persona sin hogar conserve tantas pertenencias; tampoco lo es que ande por las calles en caseta de campaña.

A pesar de que el conteo que preparó el Departamento de la Familia el pasado año refleja que en Puerto Rico existen 3,501 personas sin hogar, Negrón aseguró que “definitivamente deben de haber más personas viviendo en las calles del País”.

Para conocer las cifras después de María, habría que esperar otro año más debido a que Familia prepara los conteos cada dos años.

“En Río Piedras, hemos visto muchos casos de personas que perdieron sus viviendas por María y andan en las calles con sus maletas. Hace unos meses conocí a un muchacho que anda durmiendo en la calle. Él ya se había rehabilitado de las drogas hace un tiempo, pero luego del huracán María perdió su trabajo, se le inundó el carro y se quedó sin su apartamento”, comentó Negrón sobre el aumento de personas sin hogar que ella ha reconocido durante sus visitas por las calles.