Cierra los ojos, deja aflorar los recuerdos y en medio de su inmenso dolor doña María Cristina Ortega –madre de Mario Braña, uno de los nueve militares puertorriqueños fallecidos en un trágico accidente aéreo ocurrido en Savannah, Georgia– suelta una sonrisa e imagina aquella época de niñez en la que al menor de sus hijos le ilusionaba la idea de ser piloto del ejército, un sueño que cumplió de adulto y lo hizo inmensamente feliz hasta su último suspiro.

“¿Sabes qué? Estoy tranquila porque sé que eso era lo que a él le gustaba. Estar montado en ese avión era su vida. Y, claro que me duele. Me duele mucho y sus llamadas diarias me van a hacer mucha falta. Pero, yo debo estar feliz, porque él también lo estaba”, expresa la progenitora del ingeniero de vuelo que sirvió durante los pasados 17 años como soldado de la Guardia Nacional de Puerto Rico (GNPR).

Doña María y su esposo Miguel Braña recibieron en su hogar a Primera Hora, ubicado en el barrio Sabana de Bayamón, el hermoso paisaje rural donde se crío Mario, quien desde pequeño jugaba a pertenecer al Ejército.

“Desde los 10 años hablaba del tema. De hecho, desde nene se metió a la Civil Air Patrol y me acuerdo que teníamos que llevarlo mucho a Punta Salinas a unas prácticas…esa era su vida, su hobbie. Lo de él no eran los juegos de pelota o baloncesto, sino los aviones”, destaca don Miguel al agregar que el dormitorio del militar estaba lleno de fotografías de aeronaves y diplomas de todos los rangos que obtuvo durante su servicio. 

De inmediato, los progenitores aclararon que, aun cuando fue galardonado en múltiples ocasiones, nunca quiso “vanagloriarse”, al contrario, recibía con humildad las oportunidades y los ascensos.

“Es que él hacía todo esto por pasión”, comenta la madre.

Narran que, precisamente, la pasión del soldado por su trabajo y el compromiso que tenía como miembro de la 156th Airlift Wing-Puerto Rico de la GNPR, fue lo que lo impulsó a partir sin reparos la semana pasada a Estados Unidos a una misión cuyo fin era entregar -para decomisar- el avión C-130 Hércules que se accidentó con los militares a bordo.

La nave tenía más de 60 años en servicio.

“Él hablaba mucho de su Hércules, el avión que fue a enterrar porque él mismo lo dijo así. En ese avión fue que él aprendió todo lo que sabe… de hecho, nos enteramos que él no tenía que ir en ese vuelo, pero insistió en montarse porque quería despedirse de ese avión. Era como un apego emocional”, reveló la señora.

Destacó que otros tres tripulantes también abordaron el avión “a última hora”.

“Eso creó la confusión al principio de saber si eran cinco o nueve los fallecidos”, explicó doña María, quien supo lo ocurrido cuando por desespero llegó hasta la base Muñiz en Isla Verde, Carlina, en horas de la noche del pasado 2 de mayo, cuando ocurrió la tragedia; allí confirmaron lo que ya su corazón sabía.

En este momento de la conversación con Primera Hora, don Miguel se retiró, lloraba. El dolor que supone perder un hijo era evidente. Mucho había aguantado hasta entonces para no desvanecer.

“Él está bien afectado. Los dos lo estamos, pero Mario era su baby, así le decía”, dijo María para explicar lo ocurrido.

Posteriormente, más sosegado, Miguel se unió nuevamente a la entrevista. Entonces, contó lo orgulloso que estaba de que Mario hubiera participado de los esfuerzos de recuperación durante eventos trágicos, como fueron los ataques terroristas del 9/11 en Nueva York; las inundaciones del huracán Katrina, en Nuevo Orléans; y recientemente la ayuda a damnificados de los huracanes Irma y María en Puerto Rico e Islas Vírgenes.

“También estuvo en Afganistán… por allá le dieron otro reconocimiento”, manifestó con orgullo mostrando un diploma que así lo confirmaba.

Contaron también que Mario estaba entusiasmado de concretar a su regreso a la Isla un regalo “sorpresa” para su única hija, Yarimar Braña, quien este mes se graduaría de cuarto año.

“Me dijo: ‘mami, quiero comprarle un carro a la nena’. Y también quería ir con ella a buscar un buen hospedaje en Cayey, donde va a comenzar a estudiar… ella quiere ser farmacéutica”, contó ella.

Cada día será un gran reto para los progenitores de Mario, quienes se reconfortan en su fe católica para sobrellevar su pena.

“Cada día será más grande el dolor. Pero así es la vida. Dios me lo dio. Dios me lo quitó. No puedo cuestionarle lo que sucedió. A lo mejor nos está librando de otro sufrimiento más grande”, expresó doña María, quien prevé realizar los servicios fúnebres de su hijo en la Funeraria Álvarez en Bayamón.

El resto de los soldados fallecidos lo completan los oficiales José R. Román, Carlos Pérez Serra, David Albandoz, Jan Paravisini, Jean M. Audiffred, Víctor Colón, Roberto Espada y Eric Circuns.

Publican grabaciones 

Momentos después de que el avión Hércules se desplomara, decenas de personas comenzaron a llamar al número de emergencias 9-1-1 para reportar el accidente.

“Simplemente cayó del cielo y ahora está en llamas”, dijo una mujer que llamó a los operadores de la línea de emergencia tan pronto como la nave impactó el suelo a alrededor de las 11:27 de la mañana del 2 de mayo pasado.

Este lunes, la policía de Savannah hizo públicas las grabaciones de las llamadas.

Hasta ahora, los investigadores no han publicado hallazgos preliminares que muestren indicios de la causa del accidente. 

Diversas personas se han expresado en redes sociales en reconocimiento a los soldados boricuas que perecieron en Georgia, identificando a estos militares de forma extraoficial.