Con una mochila que pesa unos quince kilos y la experiencia de haber visitado ya 48 países, el joven puertorriqueño David Camacho Colón acaba de emprender un nuevo viaje a Oriente Medio en busca de inspiración para su tercera novela.

"La motivación de aprender es lo que me motiva a viajar", expresó Camacho, de 31 años, en una entrevista con Efe horas antes de partir hacia El Cairo, donde tiene acordadas cuatro presentaciones sobre sus libros y viajes, una de ellas, en la mismísima Biblioteca de Alejandría.

El autor de novelas como "Los Zapatos Blancos" (2013) y "Signe" (2015) hizo una licenciatura en Ingeniería en la Universidad de Puerto Rico y años después completó una maestría en Administración de Empresas en la Escuela de Alta Dirección y Administración en Barcelona, España.

A los 26 años comenzó a trabajar para una empresa suiza como analista y luego consultor de proyectos lo que lo permitió empezar a viajar. "El trabajo era muy bueno, me pagaban todo, pero al final, si me preguntaba por qué lo hacía, era para que la compañía vendiera más cosas", indicó Camacho, quien terminó renunciando para viajar por su cuenta.

De Suiza fue a Turquía en lo que tramitaba su visa para visitar Rusia y tomar la ruta del Transiberiano por cinco semanas.

"Iba comprando los boletos de los trenes cada vez que uno se paraba en una ciudad", recuerda, porque "no tenía prisa, no tenía nada agendado".

Su recorrido por diez ciudades rusas le ayudó a escribir su segunda obra "Signe", una novela que cuenta la historia de una chica que desconoce por qué despertó "en la cama de un hospital ruso en Vladivostok sin saber cómo llegó a parar ahí" y empieza una travesía para hallar respuestas a su vida.

Camacho ha escrito, diseñado y publicado sus dos novelas con su propio dinero y creado su propio sello, Rare Seed, más por la estética que por el deseo de establecer una casa editora.

"Llevo coleccionando historias por mucho tiempo. No quiero viajar por viajar. Quiero hacer algo productivo con mi tiempo". Vende sus libros en varias plataformas cibernéticas en inglés y en español.

Después de su viaje a Rusia, el joven inició otra travesía por 17 países de Asia durante más de 20 meses. Los últimos dos meses los ha pasado en Puerto Rico a "reconectar" con su familia.

"He venido a Puerto Rico una vez al año por los pasados ocho años", indica el viajero que se ha propuesto realizar presentaciones de sus libros y aventuras turísticas siempre que pueda en los lugares donde visite.

En su mochila suele haber 10 o 12 camisas, dos pantalones largos y dos cortos, "para no perder mucho tiempo lavando ropa". Antes cargaba con una botella de vodka chiquitita pero ahora la ha sustituido por una de yodo, para las cortaduras y caídas.

Si algo ha aprendido Camacho es que "en todos los países se puede encontrar la felicidad" sin importar el nivel de riqueza o pobreza y que "la criminalidad y la pobreza no van necesariamente de la mano".

"Estuve en los arrabales más feos y nunca me sentí en peligro", asegura el viajero, que habla español, inglés, francés e italiano, aunque ha llegado a depender de las señas para comunicarse en los países que visita y asegura haber visitado incluso Corea del Norte.

"Antes me esforzaba por aprender palabras básicas para comunicarme en los países y ya no, porque quizás el lenguaje no sea necesario para nada", reflexiona.

Por el momento, no tiene muchos planes de futuro y asegura que lo único que le importa es "seguir aprendiendo". En cuanto al dinero, asegura administrarlo con disciplina para poder seguir viajando.

"Yo lo que hago es adaptarme al costo de vida de estos países. Trato de minimizar lo material y maximizo la parte del pensamiento", explica el mochilero, que este año recorrerá Egipto, Israel, Jordania, Líbano, Turquía y varios países de Escandinavia.