Caguas. “Me siento bendecido porque sé que Dios me tiene donde me necesita”.

Así se expresa Jaime Rivera, quien constantemente ve lágrimas y luego  sonrisas tras palpar milagros en la gente especial  que llega a su taller.

Y es que en su empresa, Equipo Pro Impedidos, esos son los sentimientos que afloran.

Hasta allí, en el barrio Bairoa, llegan decenas de personas con limitaciones a buscar independencia física pero también emocional, cuando necesitan un vehículo para moverse o procuran ajustes a equipo indispensable para su diario vivir.

Rivera confiesa que lo que lo llevó a crear la empresa en  1986 fue la necesidad de una tía que dependía de otros para movilizarse.

“Ella necesitaba ir a las citas y mi papá tenía que faltar al trabajo… Como no había nadie que la ayudara, puso una madera pesada (en la van), la subía y la bajaba”, recordó.

Como en esos tiempos no había nada para ayudar a estas personas,  junto a su padre abrió  un pequeño taller donde, de vez en  cuando iba alguien y le montaban el control de freno y gasolina de mano a vehículos de personas con limitaciones para operar los controles regulares. 

El resto es historia. Dejaron el taller, que era de  refrigeración, y se dedicaron de lleno a adaptar equipo para personas con limitaciones de movimiento.

Uno de los momentos más gratos para Rivera fue cuando  un médico retirado se enteró que ellos eran expertos en  poner “un aditamento” para él poder guiar su auto.

“Me contó de su condición, a ver si teníamos algo. Cuando le dije cuánto costaba ($300 y pico), empezó a llorar”, narró.

Cuando al otro día fue al negocio, preguntó por qué lloraba y el médico le dijo: “Porque por esta pieza yo dependo de mi esposa hace tres años”.

Rivera también atiende necesidades de clientes en sus hogares y piensa extender sus servicios a Colombia y República Dominicana.