Cuando el gobernador le ofreció el puesto de secretaria de Agricultura a Myrna Comas, lo primero que le pasó por la mente fue la historia de sacrificios de su padre, un hombre que amó y ama la tierra. La ama pese a que a los seis años de edad le regalaron una azada para que con ella trabajara el campo y ayudara a mantener a sus dos hermanas. Él había quedado huérfano un año antes y lo sacaron de la escuela.

La vida de Comas y la de su papá, don Maximino, marchan en líneas paralelas en lo que al apego por la agricultura se refiere.

“Mi papá es una persona bien alegre... Él te cuenta lo de su niñez con mucha alegría, no se nota que aquello le pesó, que fue fuerte para él”, dice la titular de Agricultura, que se crió en una finca en el pueblo de Sabana Grande y aprendió en ella todo lo fundamental sobre los cultivos.

Ella no puede ocultar el enamoramiento que siente por la agricultura. Es un enamoramiento de “siempre”; de la vida completa.

De pequeña, Comas vivió en una casa de madera “con rotitos en el piso”. Llegaron a usar letrina y cuando su papá criaba cerdos, ella y sus hermanos iban con él a buscar “friegue”.

El padre de Comas, de adolescente, se había marchado a Chicago a trabajar en la agricultura, y había regresado más tarde a Sabana Grande , donde alquiló una finca.

En esa finca Comas nunca fue la niña que miró de reojo lo agrícola. El trabajo de la tierra le apasionaba, tanto a ella como a su hermano, que le enseñaría a montar caballo desde pequeñita.

El recuerdo de los caballos es tan lejano que se atreve a decir que nació “haciendo eso”, montando.

Aunque algunos agricultores aseguran “que ella no sabe nada de agricultura”, la realidad es que en la finca donde se crió se cultivaban café, plátanos, guineos y gandules. También se criaban cerdos y ganado de carne y ella participaba de todo aquel trabajo.

“Sé ordeñar, pero nunca fui una experta. Cuando lo hacía, la leche se iba para arriba”, cuenta la funcionaria, quien pese a ese apego por el agro iniciaría sus estudios universitarios en otra disciplina.

Cuando llegó el momento de matricularse en la universidad, como era buena en matemáticas escogió estudiar ingeniería de computadoras en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM). A las dos semanas se percató de que quería “otra cosa”.

“No me veía detrás de una máquina el resto de mi vida”, recuerda.

Comas se cambió a la facultad de Ciencias Agrícolas del RUM y, mientras estudiaba, regresaba a Sabana Grande y recogía café.

“A mí eso realmente me apasiona”, dice con gusto.

Recuerda que su papá también era generoso con ella y le daba $4 por almud. El almud se pagaba para entonces entre $1.75 y $2.

La secretaria es esposa de otro agricultor, un compañero del Servicio de Extensión Agrícola, lugar donde ella trabajó, además de haberse desempeñado como catedrática en el RUM.

Su esposo es “el niño de los anillos”.

“Él fue portador de anillos conmigo en una boda a los cuatro años y cuando eso ocurrió, él dijo que se iba a casar conmigo... Él cumplió”, cuenta risueña la mujer, que describe a su marido como un puertorriqueño que ama tanto al agro como ella.

Ángel Rivera y Comas poseen una finca -por supuesto en Sabana Grande-, donde además de sembrar plátanos, calabazas y otros frutos, tienen ganado de carne, dos burros... y hasta una pista de rodeo.

¿Usted también practica el rodeo?

“Llegué a competir cuando era adolescente... Tenía como 15 o 16 años. Ahora soy mentora”, contesta la funcionaria, que en la entrevista con Primera Hora lució un atuendo de blusa, pantalón y chaleco que delatan ese gusto por el deporte equino.

Tiene tres hijas y dos de ellas, Verónica y Andrea, compiten en el deporte del rodeo, y su esposo también llegó a montar toros. Todos son miembros de la National Barrel Horse Association de los Estados Unidos.

En la finca de Comas crían ganado de la raza longhorn, una de las favoritas, por los cuernos, para el juego de vaqueros.

“Cuando el gobernador Alejandro García Padilla me ofreció la secretaría, la historia de papi, la de él como agricultor y todos los sacrificios que ha hecho en la vida, pasó por mi mente. Pasó por mi mente mi hermano, que lo había perdido no hacía mucho y que era un amante de la tierra. Pasaron por mi mente agricultores, entre ellos una ganadera amiga mía, que dos semanas antes le habían botado la leche porque no tenía a quién venderle... Yo me dije: ‘Ahora puedo ayudar a esa gente’”, comparte Comas.

La funcionaria estudió agro-negocios, hizo una maestría en economía agrícola y posee un doctorado en comercio internacional, con especialización en seguridad alimentaria.

En ese último campo, lideró la Iniciativa Nacional de Seguridad Alimentaria para Puerto Rico, tarea que desempeñó antes de que la llamaran para colaborar con el programa de gobierno del Partido Popular Democrático para las elecciones de 2012.

Ante los retos económicos que vive el País, Comas dice que asegurarles la alimentación a los puertorriqueños debe servir de norte para comprender que la agricultura en Puerto Rico “no es una cosa del pasado”.

“Los que piensan que es una cosa del pasado son lo que están en el pasado”, insiste.

El reto de su puesto, acota, es convencer al País de que la agricultura es fuente de trabajo; que es el futuro. Está segura de lograrlo.