Hay por lo menos cuatro lagos en nivel crítico debido a la sedimentación

Puerto Rico no tiene espacio para construir más embalses de agua. Tampoco habría el dinero necesario. Lo que necesita el País es un plan interagencial de mantenimiento preventivo que pueda alargar la vida útil de los que hay.

Esa es la conclusión del liderazgo del Colegio de Ingenieros y Agrimensores de Puerto Rico (CIAPR) al analizar la situación de sequía que atraviesa la Isla.

El presidente del CIAPR, Edgar Rodríguez Pérez, recordó que hace varios años estaba en funciones un comité con expertos de diversas disciplinas y de agencias de Gobierno que trabajaban en conjunto para tratar de reducir el sedimento que llega a las represas.

A su juicio se debe volver a formar un equipo similar.

“No podemos ser reactivos en esto de los embalses. Hay que planificar a mediano y largo plazo con diferentes expertos en geología, hidrólogos, ingenieros civiles, ingenieros mecánicos, agrimensores, calcular la cantidad de sedimento que está entrando en los embalses y tener un programa de mantenimiento preventivo y continuo”, afirmó.

El vicepresidente del CIAPR, Edgardo Martínez Pérez, explicó que cuando muchos de los embalses se construyeron, para ahorrar costos y siguiendo la tendencia de ese momento, se ubicaron en la misma línea del cauce de los ríos. Eso provoca que el agua mantenga su flujo y se acumule en los embalses, pero con ella, también llega todo el sedimento. Una vez el agua está en reposo, la tierra se va al fondo y allí se queda, quitando cada vez más volumen para guardar agua.

Las nuevas tecnologías, sin embargo, permiten que los embalses se construyan fuera de los cauces de los ríos desviando el agua, lo que reduce la cantidad de sedimento que hace el recorrido hasta el embalse. Así fue como se construyó el Superacueducto y el embalse de Naguabo, precisamente, es uno de los que actualmente no tiene problemas en su nivel.

“No es que no tengamos capacidad suficientes en los embalses. En los embalses con el tiempo se acumula el sedimento, y con eso es que se tiene que trabajar. Hay muchas formas de prevenir que ese sedimento llegue”, afirmó.

Una de las formas es haciendo un plan para conservar las cuencas de los ríos, sembrando en ellas para que la lluvia no arrastre la tierra.

Una vez más, para eso se requiere de un plan interagencial y multisectorial.

También hay que asegurarse y crear consciencia de que en los proyectos grandes de construcción se cumpla con un Plan de Control de Erosión y Sedimentación de Terrenos aprobado previamente por la Junta de Calidad Ambiental (JCA).

“Previo a cualquier construcción, por ley se tiene que demostrar cómo se va a mitigar el terreno para que no lleguen esos sólidos a los cuerpos de agua. Pero también hay que asegurarse de que se cumple con ese plan tal y como fue aprobado para que no sea una pérdida de tiempo y para que se cumpla el propósito”, señaló Martínez.

El presidente del Colegio indicó que el manejo de los terrenos agrícolas también se tiene que monitorear porque cada vez que hay un cambio en las siembras se remueve la vegetación y el terreno queda expuesto en lo que crecen los nuevos árboles. El problema es que si llueve en ese intermedio, y no hay un plan para detener las escorrentías, toda esa capa de tierra se queda suelta sin nada que la detenga y acaba en los ríos con el agravante de que el material lleva un “regalito”: fertilizantes.

Cuando esos fertilizantes llegan a las represas es como alimento a las algas que crecen de manera explosiva. Eso se llama “proceso de eutrofización”.

“Es un fenómeno de enriquecimiento desmesurado de minerales en las aguas y eso provoca que aparezcan muchos peces muertos y la gente se cree que es por algo tóxico, pero es que los fertilizantes que van entrando hacen crecer las algas desmesuradamente, se le mete en las agallas a los peces y los asfixia”, manifestó Martínez .

Toda esa cadena de sucesos, cuando no se controla el terreno agrícola hace más difícil y más costoso tratar el agua.

Ambos ingenieros saben que proponer hacer dragados regularmente se dice como si nada, pero es una opción muy onerosa. De hecho, el único dragado completo que se ha realizado fue al Lago Carraízo en el 1998 y tuvo un costo de $60 millones.

Pero fue gracias a ese proceso que se alargó su vida útil por unos 20 años adicionales. Eso quiere decir que para el 2018 las autoridades tienen que ir prensando en otro dragado.

“Fue una obra que se hizo de emergencia... pero en cuatro años va a volver a tener problemas de volumen efectivo disponible”, dijo el presidente.

En todo caso, el Gobierno debe poner los embalses en su lista de prioridades y reservar dinero mediante algún fondo especial para que se empiece a sacar esos sedimentos.

“Porque si caro es el dragado más caro es construir un embalse nuevo y ya no tenemos prácticamente espacio para eso. Además, estamos viendo un patrón de sequía cada 20 años. Prevenir y trabajar para sacar los sedimentos. Eso es lo que nos va a ayudar a no volver a vivir un racionamiento”, afirmó Rodríguez.