Son hermosas, impactantes, elegantes… Se mueven en el mar con el vaivén de las corrientes, como si bailaran un vals. Pero manténgase lejitos de ellas, porque de tan sólo rozarlas se vuelven las peores enemigas.

Se trata de las aguavivas que llegan a nuestras playas durante las épocas de mayor viento, usualmente durante los meses de temporada de huracanes. Las aguavivas pertenecen a la clase de animales conocida como cnidarios, cuya característica principal es que tienen una etapa de medusa y poseen pólipos y nematocitos por donde, en la mayoría de los casos, expulsan sustancias urticantes que utilizan para paralizar a sus presas.

La bióloga marina Grisel Rodríguez, quien trabaja para la División de Recursos Marinos en el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), explicó que las Aurelia aurita, nombre científico para la aguaviva común, viven en el mar abierto, pero llegan a las playas boricuas durante el verano y la época de huracanes, trasladadas por las corrientes y vientos, y también cuando hay ciclos de mayor reproducción.

Las aguavivas proliferan cuando hay más nutrientes en el agua como, por ejemplo, cuando se reciben oleadas de nutrientes o materia orgánica desde el río Orinoco, en Venezuela.

Pero también en las costas de la Isla se ven ejemplares de guerrero portugués, uno de los más temidos animales de este tipo por los daños que puede provocar su veneno. “Las personas deben entender que estos animales no atacan al ser humano: ellas se valen de la corriente para moverse; lo que tienen que hacer los bañistas es alejarse de áreas donde ellas estén. La Aurelia aurita come plancton y larvas de peces. El guerrero portugués puede comer peces pequeños”, sostuvo la experta.

Las aguavivas utilizan los tentáculos o microfilamentos para atrapar sus presas, paralizándolas con su veneno. En el caso de los seres humanos, cuando se entra en contacto con estos animales, que son casi invisibles, lo que sienten es una mezcla de quemazón y ardor fuerte.

Usualmente, la persona exhibe en su piel la marca roja del pequeño hilo del animal que le tocó. “Si una aguaviva pica a una persona, se utiliza el adobo de cocinar para neutralizar el efecto. También se puede utilizar ablandador de carne, así como vinagre”, agregó la experta.

No obstante, ésta advirtió que si se trata de un ciudadano con historial de alergias y vulnerabilidad a picadas, se debe buscar ayuda médica de inmediato, más si la picada se pone caliente y la persona desarrolla un cuadro de fiebre. No es mala idea cargar también con antihistamínicos, como el Benadryl.

Los efectos de las picadas pueden durar de una a 24 horas. El científico narró a este diario cómo ha sido testigo de situaciones en las que la persona ha sufrido paro respiratorio a causa de ataques de aguavivas o de guerrero portugués.

“Todo va a depender de la sensibilidad de la persona”, advirtió.

Hernández explicó que, si uno ve una aguaviva cerca, puede empujarla con la palma de la mano, pero por la parte de arriba, no por abajo, de donde salen los filamentos.

Las aguasvivas pueden llegar a todas las playas de Puerto Rico, aunque las playas del norte y este, por estar más expuestas al mar abierto, pueden recibir visitas más frecuentes de estos animales.