San Juan- La empresa puertorriqueña de elaboración de cerveza artesanal Old Harbor Brewery aspira a conquistar desde la isla caribeña el mercado mundial de un sector en plena expansión, que las autoridades locales quieren potenciar.

El director general de Old Harbor Brewery, Luis Díaz, afirma que quiere llevar su gama de cervezas a todo los países donde exista mercado para un producto, el de la cerveza artesanal, con cada vez más demanda. La primera parada reconoce que ha de ser Estados Unidos.

"Quiero llevar nuestras cervezas hasta donde se pueda", dice Díaz, responsable de una empresa familiar que abrió sus puertas en 2004 en pleno corazón del Viejo San Juan, el casco histórico de la capital puertorriqueña.

Díaz y su empresa están de enhorabuena porque esta semana se presentó ante el Senado local un proyecto de ley para rebajar en un 62 % los impuestos que pagan los cerveceros artesanales.

Así, se propone que paguen 95 centavos por galón producido, frente a los 2,550 dólares que se exige en la isla a los grandes fabricantes.

"Ese proyecto, de aprobarse, será determinante para que la expansión pueda arrancar", admite el empresario, que subraya la desventaja que empresas como la suya sufren ante sus competidores estadounidenses, que de media pagan en impuestos 17 centavos por galón de cerveza producido.

Old Harbor Brewery es hoy la compañía de elaboración de cerveza artesanal más importante de Puerto Rico y, aunque comenzó como productor en 2004 con la apertura de una fábrica y restaurante con el mismo nombre, la gestación del negocio se remonta a diez años antes, cuando él y su hermano elaboraban sus primeras cervezas en el hogar familiar.

"Empezamos en casa fabricando cinco galones", explica el empresario, cuya firma produce hoy 1.560 hectolitros anuales, a los que pronto se sumarán otros 5.000 gracias al nuevo centro de elaboración que ha inaugurado esta semana a las afueras de San Juan.

Díaz explica que esa expansión de su negocio no implica renunciar al concepto artesanal que distingue a su empresa, ya que su cerveza, al contrario que la de los grandes productores, no se filtra ni se pasteuriza.

"Nuestra cerveza se elabora sin preservativos ni aditivos", explica Díaz, tras enumerar la levadura, lúpulo, cebada de malta y agua como los únicos ingredientes.

"Las cervezas que se venden en nuestro restaurante se elaboran allí mismo y sólo llevan esos ingredientes", añade orgulloso el empresario, que ya emplea a 47 personas, gracias a la comercialización de sus marcas Coquí, Santo Viejo, Kofres, Old Harbor y Old Harbor IPA.

También comercializa Taína, una marca premiada en 2010 en la World Beer Cup, la mayor competición en la materia, y que se caracteriza por ser una cerveza de temporada que varía continuamente de ingredientes para sorprender a sus consumidores.

El reto de que las cervezas artesanales cobren auge en Puerto Rico es lo que ha llevado al legislador José Nadal Power a presentar el proyecto del Senado 776, destinado a empresas que produzcan menos de 700,000 galones al año.

Esas empresas se beneficiarán de una reducción sustancial en los impuestos que sin embargo mantiene la carga fiscal muy por encima de lo que pagan las grandes compañías estadounidenses.

Nadal Power explicó a Efe que con la iniciativa busca favorecer la expansión de estas compañías que surgen del esfuerzo de pequeños empresarios, que se dirigen a un mercado que está en plena expansión en muchos lugares de América y Europa.

"Se trata de que las empresas puertorriqueñas puedan competir", explica el legislador, que recuerda que varios estados de EE.UU. han aprobado leyes similares a la que él presentó esta semana para impulsar la producción artesanal y local.

En opinión de Nadal Power, es justo que industrias que surgen de la iniciativa personal dispongan de un trato contributivo preferente, algo que apoya Raymond Pérez, el presidente de la Asociación de Fabricantes de Cerveza Casera de Puerto Rico, que aglutina a más de cincuenta aficionados a hacer cerveza artesanal en la isla caribeña.

Pérez explicó a Efe que en la actualidad se permite fabricar cerveza en los hogares en Puerto Rico gracias a una legislación federal que data de la época del presidente estadounidense Jimmy Carter, a finales de los 70.