A pesar de que el cierre de los centros de recolección de sangre de la Cruz Roja Americana en Puerto Rico parece ser inminente, empleados, donantes, pacientes, y gente de la comunidad en general esperan por un milagro.

Aferrados a la fe, decenas de personas encendieron velas blancas y elevaron oraciones y alabanzas para pedir por los más de 200 empleados que a raíz del cierre de los centros se quedan sin trabajo, por el sustento de sus familias, por los pacientes que requieren transfusiones de sangre y porque al final la dirección de la Cruz Roja Americana se retracte en su decisión.

La actividad de anoche no fue para protestar y sí para reflexionar, según  expresó Carmen Martín, empleada por nueve años del Capítulo de Puerto Rico de la Cruz Roja, durante una vigila celebrada anoche en la sede de la entidad en Río Piedras.

Hace varias semanas, trascendió que los bancos de sangre de esa organización terminarían operaciones en octubre próximo y, según el director ejecutivo de la Cruz Roja en Puerto Rico, desde que comenzó a ocupar ese puesto, se pretendía el cierre debido a que la información para los donantes tenía que ser traducida al español.

Durante la actividad, José Pérez, feligrés de la iglesia católica Santa Luisa de María en Cupey, Río Piedras, en su invocación le imploró a Dios por el  “pan de cada día para más de 200 familias puertorriqueñas”.

“Estamos aquí tus hijos para pedirte por los centenares de hi jos, padres, familiares, y demás hermanos que todos los días reciben vida a través de los servicios que brinda está institución que tú nos has permitido tener entre nosotros por los pasados 53 años”, afirmó Pérez.