Los Reyes Magos nunca se imaginaron que tendrían una ayuda tan especial.

Por las pasadas dos décadas, decenas de voluntarios de la organización Taller de Reyes Magos se han reunido en la época navideña para reparar y restaurar juguetes usados que han recibido en donaciones. Los convierten en hermosos regalos que han dibujado sonrisas en los rostros de muchos niños de comunidades pobres de Puerto Rico.

La directora del Taller, Millie Biaescochea, destacó que en 21 años han alcanzado la cifra de 100,000 regalos que se han entregado a niños de diferentes partes de la Isla, a través de entidades benéficas de diversos ámbitos, como privadas, sin fines de lucro, religiosas y comunitarias.

"Esto es mucho mejor que donar dinero a una entidad para que se compren juguetes nuevos y se regalen", expresó Biaescochea. "Se fomenta la responsabilidad en los niños de cuidar sus juguetes. Es la conciencia social de que esto es algo que vale y lo necesitan otros niños que no tienen nada".

En el vigésimo aniversario, celebrado el año pasado, fue cuando alcanzaron la cifra de los 100,000 regalos restaurados y repartidos. Por su logro, la entidad recibió un importante reconocimiento de la Agencia de Protección Ambienta de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) por fomentar el reuso de miles de juguetes, que de otra forma hubieran terminado en la basura.

El esfuerzo se reactiva cada año desde principios de noviembre. Varias instituciones académicas y organizaciones comienzan el recogido de juguetes usados. Luego, a principios de diciembre se monta el taller en la cancha-gimnasio del Recinto Metropolitano de la Universidad Interamericana en Cupey.

Condicionan los juguetes

El proceso comienza con clasificar los juguetes por el estado en que llegan, las edades, si es para niño o niña, su tamaño y el tipo de trabajo que requieren. Algunos no tienen arreglo, pero antes de desecharlos le sacan piezas que le sirvan a otros juguetes que estén en mejor condición.

"Hay cosas muy buenas que llegan. Hay cosas que llegan bien malas, incompletas, pero entonces se completan. De dos cosas se hace una. Como a las muñecas, que se le pegan los brazos o las cabezas de unas a otras para completarlas. Aquí no se pierde nada que se pueda usar", explicó la directora del Taller.

"Los juguetes, para llegar a ser regalo, tiene que estar en buenas condiciones. Aquí se acondicionan. Se les ponen baterías, se peinan, se pintan, se le pone ropa nueva… se completan", agregó. "Los que no pueden ir en regalo, que les decimos imperfectos, se les da luego a entidades para que los tengan para que los nenes jueguen en otras ocasiones. Puede que les falte algo, así que no puede ir en regalo, pero sirve para jugar".

Señaló que cuando les donan dinero, lo utilizan para comprar piezas o accesorios, especialmente de bicicletas. También compran bolas de baloncesto, voleibol y balompié. Estos últimos dos artículos son los que más demanda tienen, dijo.

"No hay trapo de bola. Es el mejor juguete que se le puede dar a un adolescente, porque tienes a diez adolescentes jugando con un solo juguete", comentó Biaescochea, quien resaltó que solo se botan los "juguetes bélicos".

Al final del proceso, las bolsas de regalo incluyen varios juguetes que son clasificados por edades. También le echan crayolas y una hoja de papel con información del taller, de la tradición de los Reyes Magos y dibujos para colorear.

"Me han preguntado si hay gente pobre que reciba esto, que si es necesario hacerlo… Yo les digo que hablen con las personas que sí trabajan (con los que distribuyen los juguetes)", comentó Biaescochea. "Hay mucha necesidad en toda la Isla. Aquí han venido a buscar juguetes de (los pueblos de) la montaña, de Loíza, de residenciales, de Barrio Obrero".

En el Taller de Reyes Magos se repara y restaura juguetes usados y los convierten en regalos que han dibujado sonrisas en los rostros de muchos niños de comunidades pobres.

Juguetes hasta para los confinados

El taller no entrega los regalos. Solo los arregla y prepara para que diversas organizaciones benéficas bonafide los busquen y distribuyan en sus actividades relacionadas al Día de Reyes. El año pasado entregaron 10,500 regalos. En lo que va de esta Navidad, ya van 6,500.

Biaescochea estimó que cada regalo tendría un valor de $10 a $20 si se compraran en una tienda, lo que ascendería a $100,000 solo en los que entregaron el año pasado y un $1 millón sumando los pasados 20 años.

Este año, uno de los que se llevó varias bolsas de juguetes fue la Asociación de Agricultores Unidos de Utuado, que tiene pautada una fiesta para los niños del sector Jacana, en el barrio Caguana de ese municipio.

"Esta es una labor muy buena, porque estos juguetes vienen a engrandecer a niños en todo Puerto Rico que no tienen un juguete para el Día de Reyes", dijo el agricultor Julio Rivera Maldonado, quien recogía los juguetes para la Asociación, al igual que lo hizo el año pasado.

"La reacción de los niños y de los padres fue muy buena. Estuvieron bien complacidos", dijo sobre la experiencia que tuvo el pasado año.

El taller también entrega regalos a cárceles de Puerto Rico para que confinados y confinadas puedan tener algún presente para hacerle a sus hijos el Día de Reyes.

"El trabajo que hacemos tiene muchas vertientes", manifestó Biaescochea con tono de satisfacción.

La voluntaria destacó que otra de las consecuencias importantes de esta labor voluntaria es contribuir a que se siga preservando la tradición del Día de Reyes.

"Es la tradición más puertorriqueña que tenemos. Eso lo dice Instituto de Cultura Puertorriqueña. Los artistas nos dicen que venden (figuras de) Reyes Magos todo el año y se tienen todo el año en la casa. Si le das un juguete a ese niño, la tradición brinca 30 años más, porque ese niño se va a acordar toda la vida de eso", manifestó la mujer.

Asimismo, señaló que el trabajo voluntario fomenta entre los participantes un sentido de sano compartir comunitario, de solidaridad y de responsabilidad social. Entre voluntarios se encuentran jóvenes universitarios y estudiantes de escuelas que tienen asignados cumplir con horas de trabajo comunitario.

"Se ve la satisfacción de los voluntarios. Crea conciencia en los adolescentes que vienen a trabajar porque se les exige trabajo de verdad. Se trabaja fuerte. También crea conciencia en los padres y en la comunidad, y crea orgullo por lo que estamos haciendo. Que yo sepa, esto no se hace en ninguna otra parte del mundo a este nivel", resaltó.

Tradición comenzó en el 1993

Todo comenzó en 1993, cuando la hija de Biaescochea y algunas de sus amigas buscaron cinco muñecas usadas en una iglesia para arreglarlas.

"Me impresioné como las dejaron. Fue un milagro y ese milagro se da siempre en el Taller", precisó.

Al año siguiente, fueron 45 muñecas, luego 139 y siguió aumentando tanto que pasaron de la marquesina de su casa, a la cancha del Colegio San Ignacio en San Juan. Hace seis años están en la Universidad Interamericana.

Biaescochea pudiera estar tranquila en su casa, gozando de su retiro, con sus cuatro nietos. Pero, por el contrario, el esfuerzo le consume tantas energías y tiempo, que ni siquiera organiza fiestas de Navidad ni se va de compras.

"Mi familia lo sabe. Lo que puedo hacer es ir a alguna fiesta", comentó entre risas.

Sencillamente, la voluntaria ha tomado esto como una misión de vida, que espera seguir creciendo para beneficiar a más niños cada año.

Por el momento, el Taller opera cada Navidad hasta el 4 de enero. Sin embargo, la mujer desea conseguir algún lugar, como un almacén, donde pueda guardar juguetes todo el año para facilitar la labor.

Cuando se le pregunta por qué lo hace, Biaescochea se queda pensando unos instantes. Pero su parpadeo de inmediato deja saber que su pausa no es por falta de una contestación, sino porque trata de resumir todas las cosas que quisiera decir a la vez.

"Por muchas razones", contesta. "No son cuatro nietos sin regalos, son 10,500 niños que se quedan sin regalos y eso es una carga enorme".

"Este es un trabajo de fe. Es de amor, pero es de fe. Uno se tira, pero no sabes cuántos juguetes van a llegar, cuántos voluntarios van a llegar, cuánto dinero… si tendrás las herramientas… Uno se tira y ya", expresó.

Concluyó que "aunque hay muchas trabas que surgen en el camino, porque es como una carrera de vallas que hay que brincar, al final Dios ayuda y se presentan los recursos y regalos… Es increíble como Dios te va ayudando. Pero tienes que seguir, porque si te desanimas, ahí quedaste. Hay que perseverar y ser constante".