Lajas.- Sujeta la bola consciente de la cámara que le apunta. Sonríe y suelta la pelota. Instantáneamente se cubre el rostro con las manos y esboza otra sonrisa para el fotógrafo. Edward Omar, de seis años, se divierte en un salón de la escuela elemental Rosendo Matienzo Cintrón atento a su entorno, pero a oscuras ante un sistema que ha obstaculizado su progreso por la falta de terapias, entre otros servicios que requiere por su condición de autismo.

 En el plantel de Lajas cerca de 20 niños, mitad de ellos autistas y la cantidad restante con retardación mental leve, no han recibido terapias por parte de Educación durante los pasados tres meses. A esto se suma la escasez de personal indispensable como asistentes de servicios especiales.

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“Los niños están sin servicios. Estamos trabajando y luchamos contra un círculo de personas que se apoyan, pero no para el bienestar de nuestros hijos. Verdaderamente es muy triste”, sostuvo Jossy Vega Valle, la madre de Kendrick, otro niño autista de nueve años.

Para los padres de los estudiantes del plantel  ubicado en el barrio Lajas Arriba la trayectoria de los pequeños por el sistema de Educación se ha convertido en una experiencia devastadora, única y sumamente personal.

Se estima que hay unos 11,743 menores autistas en Puerto Rico, equivalente al 1.62 por ciento de la población de menores entre los 4 y 17 años.  Organizaciones sin fines de lucro subrayan que muchos de los menores de educación especial están faltos de especialistas y terapias, particularmente en zonas remotas de la Isla.

“Aquí te das contra una pared. Educación te promete unos servicios, pero tocas una puerta y te la cierran y vas a otra y también está cerrada. Es muy difícil, bien cuesta arriba”,  sostuvo la ama de casa María Velázquez, madre de Sanoed, niño  autista de nueve años.

Parte de los estudiantes de la Rosendo Matienzo Cintrón llegaron de la Escuela Elemental Urbana, donde se detectaron deficiencias que incluyen falta de baños y una plaga de comején. 

Los padres lograron una victoria contra Educación luego de radicar querellas. La reubicación de los menores, sin embargo, se efectuó violando varios reglamentos del manual de procedimiento de educación especial que exigen que los padres fueran consultados sobre el traslado. Además, actualmente en el salón de niños autistas hay dos asistentes, aunque se supone que haya cuatro.

“Yo haré las gestiones pertinentes. En primer lugar me comunicaré con la supervisora de distrito tan pronto pueda para que pase por la escuela para atender esta situación en beneficio de todos”, indicó el director del plantel, Calixto Ortiz Vega, al percatarse de la presencia de GFR Media.

Entretanto, la maestra del salón hogar, Yahaira Rodríguez, junto a sus dos asistentes, Johanny Sepúlveda Mattey y Sabrina Pardo Pabón, organizaban las últimas actividades del día. Asistían a los estudiantes coloreando y cortando dibujos. Finalmente, menores y adultos se organizaron alrededor de una mesa para la última actividad del día, una terapia sensorial en que se soplaron burbujas y se frotaba crema de afeitar sobre una mesa. Algunas de las esferas que lanzaron imágenes calidoscópicas volaron alto para luego perderse en las luces del salón.

“He sido una madre luchadora y todavía estamos luchando por las terapias. Entiendo que mi hijo se está atrasando”, dijo la ama de casa Annette Ortiz Torres, la madre de Wilfredo José, de siete.