Añasco. Leeroy Figueroa, de tres años, correteaba por la calle ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor. 

“Corre, corre”, decía el pequeño mientras buscaba a quién mojar con agua que obtenía a través de un sistema de alcantarillado existente, pero no funcional en la comunidad La Playa de Añasco, donde vive junto a su familia. 

La escena -o sea, esa mezcla de inocencia, alegría y libertad que solo los niños son capaces de transmitir- lograba por instantes despejar el miedo, la inseguridad y la incertidumbre que se palpa a su alrededor. Temores que, sin embargo, no logran borrar entre los vecinos el espíritu de lucha y camaradería que ha dejado en ellos María.

En la comunidad La Playa los días pasan, pero no se ven cambios. A casi dos semanas del paso de María, cientos de familias viven rodeadas por las aguas estancadas de un caño que ya dejan escapar un hedor que comienza a ser insoportable y a dar indicios de que el peligro a la salud acecha.

En los terrenos -a los cuales no hay acceso peatonal porque están rodeados de agua- hay vacas, cabros, gallinas y caballos muertos.

“La muchacha del minicolmado es la que ha dado compra y pone ropa para que la gente coja; y un día sí y un día no cocina para darle a todo el mundo y es la que ha traído eso, pero fuera de eso nadie más”, dijo Eva Avilés respecto a la falta de atención que han recibido de las autoridades estatales.

La ayuda apenas ha llegado, dicen los vecinos. Reclaman por más ayuda para el área oeste. Al momento de nuestra visita, sólo el alcalde Jorge Esteves Martínez había ido a la comunidad a repartir agua potable.

“Ahora mismo lo que nos preocupa es que allí, a la parte atrás de la casa, hay como cinco o seis caballos muertos y eso lo que trae son muchas enfermedades para los niños, porque nosotros no, nosotros somos grandes y aguantamos un poco, pero la peste es demasiao”, planteó Cristian Bonet.

El río Grande de Añasco inundó, prácticamente, el sector La Playa en su totalidad. También acabó con comunidades del casco urbano y aquellas residencias que están a la orilla de la PR-109 colindante al peligroso cuerpo de agua.

“Mira para allá cómo está el agua estancá, ya sale la peste, seguro que va a haber una epidemia, esto es babote nada más”, señaló Marisel Valentín que logró limpiar su residencia y duerme en colchones inflables. 

 Mientras un grupo de vecinos charlaba a la orilla de la última calle de la comunidad y los más jóvenes jugaban briscas; otro extraía agua del sistema de alcantarillado no funcional y donde se ha acumulado el agua lluvia para sacar el fango que permanece en el interior de sus hogares. La acumulación de basura y escombros bañados en fango es igual de insostenible y peligroso.

“Estamos sobreviviendo poco a poco, pero la ayuda no ha llegado ninguna, ni ropa, ni comida, ni agua pa’ beber… con esa agua que está ahí limpiamos la casa y hasta pa’ darnos un baño, aquí tenemos fangal hasta los ojos”, expresó Jaime Famanía, cuya residencia recibió más de siete pies de agua.

“Mientras los días siguen pasando, la situación se pone peor porque esas pudriciones que hay por ahí hacen daño, no tenemos comida y eso es un fangal…”, añadió el hombre al sostener que en el sector no hubo muertes, porque el impacto de María fue diurno.

Más arriba, en la misma calle, vive la familia de Yazmín Marrero y Víctor Agrón. La pareja logró habilitar el hogar, aunque perdieron gran parte de sus pertenencias. Comparten la misma ansiedad de sus vecinos.

“Ahí mismo hay como cinco chivos ahogados y una vaca, eso nos tiene loco. Esa peste no nos deja dormir”, sostuvo el hombre.

“Logramos enganchar un futón, la compra, la cama de él, pero las puertas se fueron… se perdieron los matress, la ropa, la lavadora y la nevera que llevaba dos meses de comprada”, narró Marrero.

El director de Manejo de Emergencias Municipal, David Rivera, aseguró que esta semana el ayuntamiento comenzaba la limpieza y recogido de escombros del área. “Vamos a buscar la manera de ayudarlos para que puedan levantarse lo antes posible”, mencionó.

Poco a poco

Reconoció que la ayuda estatal está llegando muy lentamente y dijo que el municipio está tratando de dar el máximo al respecto. “En estos momentos sí se han acercado (el Gobierno), pero no he visto ninguna (ayuda), tengo que ser sincero. Lo único que llegó fue a través de la Guardia Nacional”, sostuvo.

Los primeros suministros fueron unos 5,000 empaques que solo contenían dulces y meriendas y 12,000 botellas de agua de 16 onzas. El sábado les llegaron tres paletas de alimentos con alrededor de 1,700 raciones de alimentos para una población de 28,000.

“El municipio ha tratado de echar la milla extra en lo que ha podido”, expresó al agregar que mucha de la ayuda que han recibido estaba identificado bajo “Huracán Harvey”.

Tampoco llegaron dos de los tres camiones cisternas que el Estado se comprometió suplirles para la repartición del líquido. El teléfono satelital que le fue entregado al Ejecutivo Municipal no funcionó.  Esta queja la comparten otros alcaldes.

El suministro de agua para consumo, así como la gasolina sigue siendo dos de las mayores necesidades, junto al suministro de alimentos, ya que en los supermercados la cantidad de comida disponible para le venta es menor.