Se enciende el debate.

El plan  que modifica el concepto tradicional del caserío, propone  un nuevo modelo que  integra viviendas al alcance de diferentes clases sociales. 

Por ejemplo, para el líder comunitario Roberto Pérez Santoni, mejor conocido como “Papo Christian”, el anuncio hecho por el secretario de la Vivienda, Alberto Lastra Power, debe “verse con mucha reserva” particularmente en un momento de crisis en el que se cocina a todo vapor la imposición de una Junta de Control Fiscal para Puerto Rico.

“¿Quién no dice que venga la chavá Junta ésa a decirle al Gobierno que ahí lo que podrá vivir es gente con  recursos que pueda pagar y usar ese dinero para saldar parte de la deuda de los bonistas? Y si eso pasa se chavó el pobre”, dijo  el residente en  Manuel A. Pérez.

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La conocida “voz del caserío” expresó, además, que el plan de Vivienda le trae a la memoria situaciones del pasado en el que se trató de integrar a “pobres con gente de chavos” y no funcionó.

“Si el nuevo modelo es para buscar equidad y no discriminar ni marginar pues se podría experimentar. Pero me cuesta mucho trabajo tenerles fe porque eso fue lo mismo que hicieron en la barriada El Monte (donde hoy están los edificios del Monte en Hato Rey) y busca quienes viven allí hoy. También pasó algo similar cuando se hizo en el 1954 a Manuel A. Pérez que se nos trató de integrar con los de la comunidad Dos Pinos y eso se perdió en el proceso”, agregó.

Trascendió que los primeros tres proyectos de vivienda de esta índole se desarrollarán a partir de este año en los terrenos de los antiguos  complejos públicos Las Gladiolas y Puerta de Tierra en San Juan, y en el  José Gautier Benítez en Caguas. 

La inversión de $166 millones que requieren provendrá del Departamento de Vivienda federal y de la empresa estadounidense McCormack Baron Salazar, que construirá y administrará los proyectos por un mínimo de 15 años. 

“¡Ay, por favor!, la ubicación de esos proyectos son lugares cachendosos. Tenemos a la Milla de Oro por un lado, la Puerta de San Juan por el otro y el centro de la ciudad de Caguas en otro extremo. Todos sabemos que la óptica está dirigida a que gente de dinero ocupe esa área y el resto Such is Life y que coman límber, como dijo el pájaro aquel (Jaime González Goenaga)”, añadió Papo Christian.

En contraste, María Judith Franco, presidenta de una de las juntas de  Manuel A. Pérez le parece “formidable” la idea.

De hecho, lo vio como un primer paso de justicia hacia los residentes de los residenciales quienes, a su juicio, siempre han sufrido prejuicios.

“Apoyo 100% a Lastra  en esta idea porque por fin están nivelándonos con el resto de la sociedad. A nosotros siempre nos tratan como si fuéramos malos. La gente de afuera se creen mejores que nosotros, cuando aquí también hay gente trabajadora que paga por sus cosas. Yo soy una que pagó más de $500 de renta”, dijo Franco.

Agregó que con la propuesta se mejorará la calidad de vida de los residentes, pues impactará mucho su autoestima.

Un “disparate”

Mientras, Miguel A. Serrano, líder del complejo de vivienda público federal Villa Fajardo en Fajardo, catalogó el concepto como un “disparate”.

“No creo en eso de integrar a gente de clases sociales distintas. Es más, reto a que cualquier persona de clase media venga a vivir a prueba a un residencial. No se acostumbrarán. Se irán a los tres o cuatro meses porque no aguantan la cultura. Ya ha pasado con algunas personas que han vivido de forma provisional porque perdieron sus empleos y casas y  fue mucha la presión. Y lo peor es que al no poder bregar con esta cultura se declaran enemigos de los residentes, se convierten en chotas y se calientan”, dijo el hombre conocido como Serranito.

Agregó que el enfoque de Vivienda debe ser construir más complejos dirigidos a los pobres. 

“Bastante gente que se ve viviendo debajo de los puentes. Que los rescaten y les den vivienda gratuita. Para eso son los residenciales”, destacó.