Ante el brote epidémico de influenza en el país, la Iglesia Católica está tomando precauciones para prevenir el contagio entre sus feligreses.

El arzobispo de San Juan, Roberto González Nieves, indicó el miércoles que desde hace unas semanas se impartieron instrucciones a todos los líderes religiosos y administradores parroquiales para que fortalezcan los cuidados, sobre todo durante la celebración de la misa, cuando es frecuente el contacto directo entre los participantes.

Para evitar cualquier riesgo de contagio, González explicó que se recomendó que hasta que pase la crisis, la ostia será entregada en la mano, en el momento de la comunión. De esta forma, subrayó, se protege tanto a la persona que comulga como a quien entrega el pan consagrado.

 También, afirmó, se le está exhortando a los feligreses a que eviten el contacto directo durante el saludo de la paz.

“Pedimos a los sacerdotes, diáconos, ministros extraordinarios de la comunión y demás hermanos y hermanas que se dedican a la pastoral de enfermos, que cuiden al máximo de lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón durante 20 segundos o usando otro producto limpiador que contenga alcohol. Además, es importante hacer esto antes y después de tener contacto con los enfermos o personas que puedan presentar síntomas tales como: fiebre, dolor de cabeza intenso, dolores musculares y de articulaciones, irritación en los ojos, flujo nasal, cansancio, ardor y/o dolor de garganta”, menciona, igualmente, la carta que fue enviada a las parroquias.

 Al ser preguntado sobre cómo están los sacerdotes manejando el contacto con los feligreses, quienes acostumbran a saludarlos y tocarlos con fervor a su salida de la misa, monseñor afirmó: “por lo menos, yo ya me vacuné”.

 El pasado 14 de octubre el Departamento de Salud declaró un brote epidémico de influenza tras la confirmación entonces, de 14 muertes y más de 11,000 contagios del virus en la Isla.