Las piernas le fallaban. No podía caminar. Se tambaleaba. Estaba mareada, desorientada.

“Escuchaba como un zumbido, un ruido bien brutal. Mi boca estaba seca y sentía taquicardia”.

Ese es el recuerdo escueto que resume Verónica (nombre alterno para proteger su identidad) sobre el momento crítico que la llevó a la sala de emergencia de un hospital en la Isla.

Su vida estuvo en alto riesgo. La adolescente estaba intoxicada con marihuana sintética, un producto cuyos ingredientes químicos diversos son una caja nociva de sorpresas para el cuerpo humano.

La marihuana sintética está prohibida desde el 4 de agosto de 2012, mediante la Ley Número 154, pero el producto se sigue vendiendo incluso en negocios legales.

En el caso de Verónica, el consumo de la “marihuana sintética” le había seguido a la marihuana que conseguía en un residencial público, contrario a la “sintética”, que compró en una estación de gasolina.  

En ese momento tenía 16 años y, según narró a Primera Hora, quería conocer la diferencia entre las dos marihuanas, y la descubrió de forma casi fatal.

Con la marihuana quería “experimentar” porque “mucha gente” fumaba en la escuela donde estudiaba, cuando tenía 14 años. Sin embargo, la sintética la conoció cuando visitaba la casa de una amiga, donde su hermano, un joven de 20 años que estaba en probatoria, la consumía.

Los cannabinoides sintéticos son unos químicos que pertenecen a la familia de compuestos químicos encontrados en la planta de marihuana, por eso se le conoce como marihuana sintética (fake weed), según el National Institute on Drug Abuse. Sin embargo, en el mercado ilegal e incluso en comercios legales pueden figurar como productos diversos, incluso de base vegetal.

Al principio, los efectos de su uso ahuyentaban a Verónica de probarla, pero la tentación estaba presente. “Yo no me atrevía. Veía que él se arrebataba… Estaba más ennotao que con la marihuana regular”, contó la joven.

Explicó que un día cambió de opinión y al visitar la casa del joven se atrevió a consumirla.  “Llegué y le dije que yo quería probar. Lo probé y ese día no me pasó nada”, relató. 

Desde aquel día, pasó “un tiempo” antes de que Verónica decidiera volver a consumirla. Su amiga, una chica de 18 años, y ella fueron a una gasolinera donde el hermano compraba la sustancia y no fue complicado porque el negocio estaba ubicado a unos 15 minutos de su casa.

Se acercaron a la cajera y le pidieron un pote de $6. “Si no la pides, no la enseñan. Tienes que pedírsela”, apuntó. “Dame un pollito o un caviar”, le pidió y no hubo necesidad de identificación. “Nos dimo seis jalás cada una”, recordó.

De cara a la muerte

“Salimos del puesto (de gasolina). Empezamos a fumar las dos. De repente me sentí mal y me senté en el piso”, relató.

Entonces sintió dolor de cabeza y las piernas le fallaban. Por eso, no podía caminar. Se tambaleaba mareada y escuchaba gente hablar.

“Me imaginaba cosas”, dijo al explicar que unos vecinos se dieron cuenta de que estaban mal y llamaron una ambulancia. Poco después la hospitalizaron por intoxicación con marihuana sintética.

En la ambulancia, la adolescente recibió una llamada de su madre, quien describió a Primera Hora lo vivido ese día. “La llamo y ella como que no podía hablar… Me pusieron a un hombre al teléfono. Era el paramédico y me dice que está con mi hija porque se intoxicó con un tipo de droga”, recordó.

Afirmó que al principio se sintió “avergonzada” porque pensaba que la gente la vería como una madre irresponsable. “Me sentía mal conmigo misma. Me sentía culpable por la situación”, contó.

Verónica, quien al presente no tiene contacto con su padre biológico, decidió no volver a consumir la marihuana sintética, especialmente porque al poco tiempo vio los efectos de esa sustancia en una amiga. “Jamás y nunca lo voy a hacer”, recalcó la joven en entrevista con Primera Hora.

Después de la intoxicación, que ocurrió en septiembre de 2015, Verónica, sin embargo, siguió consumiendo marihuana regular hasta que se buscó un caso de bullying en abril de ese año. Entonces la procesaron como menor y una prueba reflejó consumo positivo a esa sustancia controlada. Le encontraron falta y ahora, a sus 17 años, está cumpliendo una probatoria.

La adolescente afirma que con estas experiencias aprendió a “valorar mi vida… porque uno se puede morir con eso”. Explicó que desde abril no consume marihuana y tanto ella como su madre están recibiendo apoyo de la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción.

“No experimenten, porque van a seguir experimentando con otras cosas, y así empiezan los vicios. Yo pensaba que nunca me iba a ir en over y me pasó”, aconsejó la joven quien cursa cuarto año de escuela superior y tiene planes de estudiar Trabajo Social.

Preocupados por su consumo

El aumento en el número de llamadas al Centro de Control de Envenenamiento comenzó a colocar sobre la mesa la necesidad de prestar atención al consumo de la marihuana sintética en la Isla.

En el 2015 hubo 98 casos relacionados con su uso, según estadísticas del centro que reflejan el inicio de su consumo en el 2012 con nueve casos. En lo que va de año, el número de personas afectadas suma 15, seis de ellos adolescentes de 15 años en adelante.

“Las estadísticas del centro revelan un aumento exponencial del 2014 (20) al 2015 (98)”, destacó el psicólogo clínico Pedro Morales, sub administrador de la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (Assmca). “Y por la naturaleza de la sustancia, pudiera estar afectando a muchas más personas que las que se registran” en el centro, agregó.

El producto ha logrado seducir a los jóvenes debido a que las pruebas de sustancia ilegales no lo detectan, lo mercadean como marihuana legal y es muy fácil de acceder, mencionó.   

La erróneamente “llamada marihuana sintética”, explicó el doctor, se aleja de lo que es la marihuana porque es un compuesto químico creado en laboratorios “con controles de calidad que son básicamente ninguno, con unos efectos en el organismo que pueden ser diez veces más fuertes que la natural”.

Su consumo provoca desórdenes de la conducta hasta síntomas físicos. “A nivel conductual tenemos que estar pendiente a síntomas que se parecen a los síntomas de una psicosis como las alucinaciones, delirios, ideas de persecución, es un descontrol de la conducta.  A nivel físico, palpitaciones, sudoración vómitos, arritmias, convulsiones y puede haber hemorragia y dolor de pecho”, agregó Morales.

Para conocer sobre charlas de prevención a estudiantes, padres o maestros, puede llamar al 787-765-3291. Mientras que para comunicarse al Centro de Control de Envenenamiento, debe comunicarse al 1-800-222-1222.