Hace más de cuatro milenios, los indios arcaicos se convirtieron en los primeros humanos en pisar nuestro suelo. Estos nómadas fueron dueños y señores de nuestras costas hasta que un nuevo grupo de indios, los igneris, arribó a la Isla, en el año 100 d. C. aproximadamente.

Los arcaicos

Los indios arcaicos tenían un estilo de vida muy rudimentario. Se cree que viajaron desde las tierras continentales de Norte o Centroamérica alrededor del año 2,000 antes de Cristo, según la evidencia arqueológica encontrada en esas regiones y en el Caribe.

Por cierto, fueron diestros navegantes que utilizaron las corrientes del mar Caribe para emigrar hacia las islas antillanas del oeste.

Los arcaicos eran nómadas, por lo que vivían en pequeños grupos o clanes familiares, número que dependía de la cantidad de comida y refugio.

Para obtener su alimento, debían cazarlo y recolectarlo de la costa. Comían moluscos, crustáceos, peces, tortugas marinas y manatíes, de los que obtenían materials como el hueso y la concha, para la elaboración de sus herramientas.

Además, recogían frutos silvestres del interior costanero y cazaban la jutía, un pequeño roedor antillano ya extinto.

Usaban las piedras y la madera para fabricar utensilios e instrumentos de caza.

Los yacimientos más importantes de esta cultura se encuentran en Puerto Ferro, en Vieques; la Cueva María de la Cruz, en Loíza; y en el Paso del Indio, en Vega Baja.

Los igneris

Luego de que los arcaicos dominaran las islas de nuestro territorio por más de 2,000 años, un grupo de indios provenientes de América del Sur emigró y se estableció en la Isla.

Se trata de los igneris, también conocidos como saladoides, quienes tenían una cultura más desarrollada

Los antropólogos sostienen que los igneris no entraron en conflicto con los arcaicos que se encontraban en la Isla, sino que por medio de un intercambio cultural los arcaicos se adaptaron gradualmente al estilo de vida igneri. Con el tiempo, se integraron a las comunidades igneris y adoptaron sus costumbres hasta que las suyas desaparecieron.

Los igneris pertenecían a las culturas aruacas de América del Sur. A diferencia de los arcaicos, los igneris sí conocían la agricultura y la alfarería, convirtiéndose en los primeros agroalfareros de nuestra historia.

La introducción de la agricultura contribuyó a su desarrollo, ya que esta garantizaba la producción de alimentos, aun cuando la cacería y la recolección no resultaran suficientes para sostener a la población.

La mayor contribución cultural de los igneris fue la alfarería. Utilizaban arcilla y barro de tonalidades rojizas, amarillentas y hasta negras, que mezclaban con el caolín, una arcilla blanca, para crear bellos diseños en sus utensilios de cerámica.

Se alimentaban principalmente de sus cultivos, las aves y los animales marinos, así como la carne de los cangrejos de tierra que, según demuestra la evidencia arqueológica, era su alimento predilecto.

Los hallazgos también revelan sus destrezas como talladores de madera y hueso, así como en la pulimentación de la piedra, con la que fabricaron hachas, macanas y otras herramientas.