Puerto Rico tiene agua en abundancia, contrario a muchos países del mundo, pero estos abastos se ven amenazados por varios procesos y prácticas humanas que llevan a su contaminación, lo que limita su consumo.

El promedio de lluvia en  nuestra isla es de 70 pulgadas,  que generan escorrentías abundantes durante todo el año. A juicio de expertos los acuíferos son amplios,  de gran capacidad y producción, convirtiéndose en reservas de agua dulce importantes.

“El reto que tiene Puerto Rico es protegerlos de la contaminación, la sobre extracción excesiva  y procurar el manejo del recurso de forma eficiente”, dijo el geomorfólogo, José Molinelli.

“El agua está. Hay mucho más agua en el subsuelo. La mayor parte está en los acuíferos y no en  los lagos.  Se ha estimado que  hay almacenado en el subsuelo, tres veces más  agua que la que  cae cuando llueve en poco más de tres años  almacenado”, dijo el científico.

Pero, indicó, esa agua no está distribuida equitativamente y hay unas áreas en  Puerto Rico en las que el  agua abunda y otras en que  hay menos.

Una de las muchas amenazas que tienen las aguas subterráneas es la disposición ilegal de materiales contaminantes.

“Hay un programa de control de contaminantes en los acuíferos, escorrentías y cuencas hidrográficas pero cómo los ciudadanos disponen de los desperdicios,  es clave. Hay gente que sigue arrojando basura, aceite y solventes  en ríos y sumideros. Todas son sustancias peligrosísimas”, alertó.

Molinelli destacó que una amenaza creciente en la costa es el alza en el nivel de mar con motivo del calentamiento global.

“El agua salada penetra por la costa y saliniza los acuíferos. Eso está sucediendo y se agrava cuando se sobreextrae excesivamente agua subterránea; ocurre lo que se llama una intrusión salina”, dramatizó .

El hidrólogo, Pedro  Ríos, por su parte, expuso que  nosotros  vamos a las tomas de agua y a los acuíferos, que son los espacios en los que recogemos agua para utilizar. Los acuíferos, indicó, predominan en el sur y en la parte norte, que llega hasta el este.

“Usamos el agua a nivel personal o industrial. Hay una parte que queda  y que regresa a los  ríos, que sigue siendo parte de sistema geohidrológico. Dependemos de la lluvia que nos cae. Hay dos aspectos a considerar, lo que cae y dónde cae. Esa agua que cae, puede moverse. El agua se mide en cantidad y calidad. Somos afortunados de que  cae agua. No estamos en zona desértica”, indicó Ríos.

De ahí la importancia, agregó, de mantener nuestros ríos limpios, fuera de contaminación.  Hay una fuente de contaminación dispersa, de  jabón  que llega a las cunetas, a quebradas y a ríos, de forma indirecta.

“Es una de las preocupaciones más grandes, las fuentes de contaminación dispersa y no dispersa, como  el caso de una fábrica que está contaminando; los detergentes y  depósitos de  aceite en el  patio. Ese aceite puede seguir rodando y llegar al río”, alertó el hidrólogo.

En Puerto Rico, señaló,  hay una gran cantidad de  pozos sépticos que no se vacían con frecuencia, muchos de los que están localizados  en sitios accesibles a los ríos o en terrenos que no percolan bien y, cuando llueve, ese material se mueve.

Los científicos coincidieron en que a pesar de que hay programas del gobierno federal y estatal  para proteger los acuíferos  es fundamental que los ciudadanos sean conscientes de la necesidad de protección de los cuerpos de agua, evitando la  disposición ilegal de  sustancias  tóxicas que los inutilizan.