Camuy. ¡Qué venga el chorro! Mejor dicho, el chorrito en este caso.

En una tarde calurosa, don Confesor Padua decidió ayer salir de su residencia y darse un bañito bajo un chorrito de agua que bajaba de una montaña a través de un tubo en el barrio Quebrada ante la falta de agua en su comunidad, tras el paso del huracán María la semana pasada.

“¡Y buena que está!”, exclamó Confesor, de 71 años, mientras se lavaba el cabello ante la mirada de dos familiares que le acompañaban. “Hoy (ayer) es el primer día que vengo y creo que voy a venir más días. Esto era lo que hacíamos antes. Estamos volviendo a los tiempos de antes”, continuó el camuyano.

Y don Confesor tiene la razón. La falta de agua y de energía eléctrica ha obligado a las personas a practicas del pasado como bañarse y buscar agua en ríos y manantiales. Ayer, de paso, hasta personas en autos de carga llegaban a los chorritos con cisternas para abastecerse de agua.

“Esta agua es bien clarita y hay personas que la usan para tomar. No nos molesta venir hasta aquí para bañarnos y recoger agua. Esto es una bendición. A mal tiempo, buena cara”, compartió Eladio Marrero, quien esperaba su turno en el chorrito.

Y en otro chorrito del mismo barrio se vio otra estampa de décadas pasadas. Una mujer sentada con varios cubos lavando ropa aprovechando el agua que bajaba de otra montaña. Este era el caso de la camuyana Luz Nereida De León.

“Aquí estamos para evitar la acumulación de ropa. Ya tengo las manos cansadas, pero hay que seguir hacia adelante con buen ánimo”, dijo Luz Nereida. “Soy sobreviviente de cáncer y tengo muchas razones para no rendirme y luchar. Hay que tener fe en Dios en que vamos a salir adelante. Es difícil, pero se puede”, continuó la mujer con optimismo y con una amplia sonrisa, al tiempo que seguía lavando sus pertenencias.