Hace 40 años, la cotorra puertorriqueña, con todo su esplendor y colorido plumaje, fue denominada como una especie en peligro de extinción. Los desarrollos urbanos e industriales, la deforestación desmedida y los eventos catastróficos atentaron contra la existencia de esta ave endémica. Durante la década de los setenta, solamente 13 de estas aves existían en todo el planeta.

Hoy, la Amazona vittata, como se le conoce científicamente, alza vuelo hacia una nueva oportunidad de vida en libertad, tras descubrirse el primer nido activo en una cavidad natural en el Bosque Estatal de Río Abajo, en Arecibo, suceso que supone cierto grado de sostenibilidad y prevé un crecimiento en la población de esta especie, que actualmente cuenta con alrededor de 500 individuos.

Y aunque aún permanece clasificada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como una especie en peligro crítico de extinción, es la primera vez en 40 años que se logra identificar la reproducción de la cotorra puertorriqueña en un ambiente natural, libre de la manipulación humana por lo que se entiende que la especie se encamina poco a poco a recuperarse de ese estatus.

El hallazgo fue hecho por el auxiliar de investigación del (DRNA) Tomás Medina Cortés y el biólogo Jong Banchs Plaza, quienes en el pasado mes de abril, mientras hacían un recorrido por el área suroeste del bosque en busca de cavidades naturales, lograron avistar una pareja de cotorras, que no vacilaron en amenazar al dúo de expertos.

“Estaban vocalizando de manera agresiva, el macho estaba volando cerca de nosotros, como para advertirnos que no nos acercáramos más”, recordó Banchs Plaza, quien forma parte del Programa de Recuperación de la Cotorra Puertorriqueña, que desde el 2006 ha liberado más de 100 cotorras en las interioridades del bosque arecibeño.

El encuentro cercano los llevó a establecer un área de observación a 50 metros fuera del área identificada y, tras largas horas pudieron confirmar la existencia del nido natural en un imponente árbol de Castilla elástica.

“Es una emoción bien grande porque uno está con estas aves desde que están en cautiverio, que tienen sus pichones y luego son liberadas... De momento, salir al campo y encontrarse con algo así, que representa el éxito de nuestros esfuerzos, es algo que te deja sin palabras. No hay manera de describir lo que uno siente”, manifestó emocionado Banchs Plaza, quien adelantó que a principios del próximo año comenzará un nuevo estudio de las cavidades naturales existentes en el mencionado bosque, destacando que el último estudio se realizó hace más de 30 años.

Desde el 2006, el Programa de Recuperación de la Cotorra Puertorriqueña -que cumple 20 años desde su fundación- se ha encargado de establecer estrategias de manejo y conservación del hábitat de este especie, así como llevar a cabo un sinnúmero de estudios y esfuerzos colectivos para lograr la liberación de estas aves y que puedan adaptarse al entorno agreste, sin intervención humana.

Gustavo Olivieri Cintrón, coordinador de esta iniciativa, se mostró complacido con los resultados de lo que han sido largas horas de trabajo y constante monitoreo, según describió.

“Esto es un paso gigantesco en lo que es el establecimiento de una población silvestre. Esto es muestra de que la especie puede ser auto sostenible y que en gran medida nuestros esfuerzos y las estrategias de manejo adaptable han dado resultados”, dijo en conferencia de prensa.

Olivieri Cintrón explicó que el programa se encarga de mantener en cautiverio parejas de cotorras puertorriqueñas, que luego se aparean y sus crías son liberadas, no sin antes haber sido estudiadas cuidadosamente y haber pasado por un riguroso proceso de selección antes de echar vuelo.

Particularmente, este año ha sido uno histórico para el aviario José Luis Vivaldi en el bosque de Arecibo, en cuanto a apareamiento se refiere. Gracias a los esfuerzos del equipo de trabajo del programa, 31 parejas lograron traer al mundo 51 nuevos ejemplares. Esto supone un récord ya que la cantidad más alta se registró en el 2011, con 34 volantones.

A diferencia de El Bosque Nacional de El Yunque, el Bosque de Río Abajo brinda un ambiente más apropiado para la reproducción silvestre de la cotorra puertorriqueña, explicó Olivieri Cintrón. El Yunque fue el último refugio para las cotorras pero, irónicamente, es también el lugar con la mayor densidad de gavilanes colirrojos (o guaragua de cola roja), que se perfila como el enemigo principal de nuestra cotorra.

Es por esto que los números de cotorras puertorriqueñas liberadas en el bosque de Arecibo (108) superan a los de El Yunque (20). Asimismo, en Arecibo se mantienen 200 aves en cautiverio, mientras en El Yunque se contabilizaron 188 cotorras.

Durante la actividad, se anunció la expansión del programa a un tercer lugar en la Isla donde también se establecerá una población de cotorras puertorriqueñas.

Leopoldo Miranda Castro, director regional del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre (FWS), indicó que las agencias se encuentran en la etapa de reunir toda la documentación relacionada a los estudios realizados para determinar el lugar donde se instalará la próxima población, mencionando como posibles candidatos al Bosque Estatal de Guajataca, entre Isabela y Quebradillas, y el Bosque Estatal de Maricao.