Desde que tenía siete años de edad ya sabía lo que era un huracán, pero nunca había sentido tanta preocupación como con María, al punto de que tuvo que abandonar su hogar por primera vez.

"Mi primer huracán fue Santa Clara en 1955, y en aquella ocasión teníamos una casa bien molesta que tuvimos que levantar un muro de tierra a la entrada para que el agua no pudiera entrar", manifestó Bastián Santiago, un residente de la urbanización Villa del Carmen, que por primera vez vive la experiencia de refugiado a los 69 años.

"Yo he pasado todos los huracanes, y nunca tuve que irme de casa hasta ahora", relató el hombre que se llevó a su esposa, hijas, yerno y nietos.

Santiago gusta de leer sobre fenómenos atmosféricos y mientras más leía, más se preocupaba por la entrada de María a Puerto Rico. 

El hombre ha vivido, además de huracanes, un tornado en Tenesi, donde vive una de sus hijas, y no quiere volver a tener una experiencia similar.

Por eso y al enterarse de la fuerza de los vientos de María, y la posibilidad de que la marea ciclónica entrara por primera vez a su urbanización, decidió que un refugio era lo mejor.

Santa Clara entró por Maunabo, uno de los pueblos que el ojo de María tocará, y no olvida a David, qué pasó a 90 millas al sur de Ponce. 

"Eso nunca se me va a olvidar, fueron huracanes bien dañinos que causaron muchas inundaciones", recordó Santiago. 

El hombre tampoco olvida a Hugo que provocó que 56 municipios fueran declarados zona de desastre, ni a Georges que dejó daños estimados en más de $1,000 a la economía. 

"Estos fenómenos son muy peligrosas y con el paso de Irma los terrenos están muy socavados", recalcó el químico retirado de las petroquímicas de Peñuelas.

"Mi familia y yo esperaremos el huracán aquí, fuera de la casa porque nos sentimos más seguros", declaró con una sonrisa y sus ojos brillosos.