Frente a cada casa y cada estructura había una montaña de artículos. De primera instancia, se podría decir que es basura, pero para sus propietarios es mucho más que simples objetos cubiertos en fango y sucio. Se trata del resultado de años de esfuerzo, de sueños rotos y de recuerdos que las aguas intentaron arrebatarles.   

“No te voy a decir que no lloré, pero tengo que confiar que estoy viva y que puedo seguir hacia adelante”, expresó Hermelinda Pérez que desde su vehículo observaba sus pertenencias a la orilla de la carretera. Allí estaba la nevera, mesas, colchones y otros muebles.

Pérez vive hace 51 años en el barrio Espinar, el más antiguo del oeste. Nunca había visto una crecida del Río Culebrinas de la magnitud que desarrolló a causa del paso del María. Algunas de las residencias de la comunidad presentaban inundaciones de hasta cinco pies de altura. Los residentes que vivían en casas de un nivel lo perdieron, prácticamente, todo.

Frente a cada casa y cada estructura había una montaña de artículos.

“Lo único que se veía era el techo…todo esto es mío y si vieras todo lo que queda arriba, pero no he podido sacarlo”, señaló el esposo de Hermelinda, Evangelisto Cubero.

La comunidad Espinar fue una de las más afectadas por las inundaciones. Sin embargo, el alcalde Manuel Gabina sostuvo que todos los barrios aguadeños están en estado similar. “No puedo decirte que Aguada tiene unos sectores que están mejores que otros, todos están en el mismo nivel, destrozados. Aguada fue uno de los pueblos más afectados”, enfatizó el alcalde del Partido Nuevo Progresista (PNP) durante un recorrido por algunos de los principales barrios y sectores.

La pareja, junto a sus dos hijas, pasó el huracán en el baño de una iglesia. “Estuvimos 24 horas encerrados en un baño, con una botellita de agua cada uno porque nos fuimos para una iglesia, pero qué pasa, que cuando el viento entraba no tenía salida y al no tener salida los screenes empezaron a volar, las ventanas, eso fue terrible”, recordó Cubero.

La ayuda, poco a poco ha comenzado a llegar. El Municipio se ha dado a la titánica tarea de despejar caminos municipales y estatales. Personal de la Agencia federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) ayer ya visitaba a los afectados del barrio Espinar. Hoy (martes) harían lo propio en Cerro Gordo, en la mañana, y Guanábano, en la tarde.  

Mientras, el Centro Parroquial, aledaño a la plaza pública, se ha convertido en el Centro de FEMA.

“Dentro de todo ya lo he tenido que asimilar, porque no puedo hacer nada. Yo lo he perdido todo. Estoy solamente con la ropa que me fui, porque yo pensé que el río no se iba a salir así, porque yo llevo muchos años, son 51 años aquí y nunca había sido así de esa manera”, indicó Pérez.

“Mi hijo estaba volviéndose loco porque allá afuera están diciendo que Puerto Rico está destruido, pero gracias a Dios estoy bien”, agregó la mujer.

Ramona Pérez también reside en el barrio Espinar. Fue otra de las cerca de 300 familias afectadas identificadas por el Municipio. 

“Lo único que quedó de pie fue la estructura”, dijo al agregar “mira cómo está esa nevera” que terminó llena de agua y fango.

“Poco a poco, no es fácil. Es cuestión de, como dice uno, levantarse poco a poco”, señaló intentando ser optimista.

Con severos daños resultó, además, la Parroquia Santuario Protomártires de la Inmaculada de la Concepción, conocida como la Ermita de Espinar.  La misma fue construida en 1523 por ocho frailes franciscanos a cargo de Fray Alonso de Espinar, en honor a quien se llamó el barrio. Fue la primera escuela y biblioteca de Puerto Rico, explicó a este rotativo Christian Acevedo, guía turístico del Municipio de Aguada.    

A pesar de las inundaciones, la estructura -que cuenta con parte del altar original en piedra y ladrillo- quedó intacta, aunque la solidez de los cimientos se ve amenazada con un enorme sumidero creado por las aguas.

José Alvarado no vive muy lejos. Su residencia ubica en el sector Tablonal que también resultó severamente afectado por las aguas de Culebrinas.  “Yo estaba aquí, en la casa del lado. Pude sacar las dos perras e irme cuando vi que el agua ya venía por aquí,”, dijo mientras señalaba la marca que aún persiste en las paredes de su hogar.

“El agua me tapó el buzón, estoy hablando de cinco pies de agua adentro y de seis pies fuera…aquí se fue todo…mira el nivel de agua hasta donde llegó, dañó la secadora y todo”, relató el aguadeño.

Al igual que sus demás homólogos, Gabina urgió a las autoridades estatales suministros de agua, gasolina y diésel. Igualmente urgió un mayor número de agentes de la Policía que refuercen el trabajo que han estado haciendo en unión a los uniformados municipales.

“Necesito llevar el orden. La gente está desesperada en la calle. La gente ha entrado en pánico, piensan que se va a acabar todo y le digo que ya se han suscitado peleas en las gasolineras. Necesito esa asistencia”, puntualizó.

Aguada cuenta con 22 agentes municipales.

Aunque aún no hay un censo completado, Gabina estimó las pérdidas en unos $200 millones.  Entre las estructuras que han presentado daño hay 24 instalaciones deportivas que reportan daños estimados en $2.5 millones. Mientras, hay más de 8,000 familias que perdieron sus residencias.  

En daños directos a carreteras, desprendimiento y roturas de asfalto hay un estimado en pérdidas de $42,504.00.

Mientras, 41 personas permanecían refugiadas en la escuela Lydia Meléndez.