Los residentes y comercios de la zona costera de este pueblo tenían aún los pies en al agua, literalmente.

Una de las primeras impresiones de esta zona es el hotel y restaurante Campo Mar, localizado a la orilla de la carrtera 165 que se dirige hacia Dorado o Cataño. La fachada del restaurante estaba destruida por los vientos del huracán María y los balcones del hotel tenían rastro del agua que había entrado hasta sus habitaciones.

Un vecino de la zona se movía en bicicleta y contó la experiencia.

“Fue bien triste. El rostro de las personas era de ‘se acabará el mundo’.  Los refugios están llenó. Hay mucha desesperación”, resumió Freddie López.

Las carretera 165 está inundada en varios kilómetros, sobretodo en la ruta hacia el oeste que conecta a Levittown con Dorado. El tránsito de vehículos está fluyendo, sin embargo, allí, previo al tramo de la 165 que tiene vista al Atlántico, hay un puente que está parcialmente derribado. El tránsito vehícular sigue fluyendo sobre el puente. Ese es el puente que le llaman Mi Sitio, en referencia a un restaurante que operaba en la zona. Hasta las 11:00 a.m. de hoy no había seguridad sobre el puente.

También cerca de allí, en la urbanización Punta Salinas, los vecinos regresaban esta mañana a sus hogares. Anoche, cuando la situación regresaba a la normalidad, sus casas y las vías de tránsito quedaron inundadas por el lago que tienen a espaldas de sus patios.

“Esto no se lo deseo a nadie. Cuando el lago se metió anoche fue horrible. Todo el mundo salió corriendo por ahí”, dijo Vilma Rivera junto a Kelvin Ortiz, residentes de la zona.

Muchos residentes de la zona costera de Toa Baja buscaron refugio en los centros comerciales más cercanos, como Plaza del Sol y Río Hondo, en el vecino Bayamón.

Según los residentes de Levittown, el sector se inundó anoche porque las aguas del río La Plata de Bayamón, que viene desde el norte de esta zona costera, llenaron el lago, que, a su vez, superó su cauce y entró por las calles y residencias.