La imagen de un desobediente civil sometido en  el suelo, boca abajo, con la cara incrustada en  la arena, las esposas apretándole lastimosamente las manos, sus brazos tirados hacia atrás, el rostro transfigurado por el dolor  y una bota castrense sobre la espalda mostrando su presa viajó el mundo.

La presa logró su objetivo. El mundo entero supo aquel 30 de abril de 2001 que la Marina de Estados Unidos arrestó al  presidente del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), vicepresidente de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (Coppal) y presidente honorario de la Internacional Socialista,  Rubén Berríos Martínez.   

¿Ese tipo de arresto le restó dignidad?

Bueno... (silencio), yo siempre me sentí de pie. Cuando yo estaba allí contra el piso, contra la arena, con las botas aquellas en la espalda, mi dignidad estaba más alta que aquello. 

Pero sintió dolor.

Oh, sí, ¡seguro! Recuerdo que un compañero  al lado se quería parar  para  combatirlo. Le dije: “Calma”...  a todo el mundo. Ese momento, para mí,  no fue de degradación. Fue un momento  de exaltación de mi propia dignidad y de lo que  yo estaba representando allí. Aunque físicamente...  ¡Que  se avergüence el amo! Vamos a ponerlo de esa forma. Eso, para mí, no fue un momento de sujeción y subordinación. En ese momento que estaba siendo pisoteado, la dignidad estaba en alto.

Para el líder pipiolo, hacer desobediencia civil en Vieques  no era un acto desconocido. Treinta años atrás, en la década de los 70,  irrumpió en la zona de tiro de la Marina en Culebra, junto  a cientos de miembros de su colectividad, para paralizar las maniobras que entonces se realizaban en la  pequeña isla.

“Solo pudimos estar allí cuatro días. Nos arrestaron a los cuatro días. Éramos 13. Nos metieron en la cárcel tres meses”, recordó. 

¿De dónde surge la idea de desobediencia?

Estuve en  Estados Unidos estudiando  para finales del 50 al 60, en el momento cuando se desarrollaba la lucha de los negros (afroamericanos). Malcom X  iba a la   acción directa y Luther King predicaba, inspirado en  Ghandi, la desobediencia civil  como la fuerza moral ante la fuerza real del Estado para lograr algo.

Un campamento en la Playa 

El 19 de abril de 1999 ocurrió la trágica muerte de David Sanes, levantándose una ola de indignación.

El PIP quiso dramatizar al máximo la desobediencia  y la denuncia contra la Marina.

Fue así que acamparon durante un año ininterrumpido,   del 8 de mayo de 1999 al 4 de mayo  de 2000, en el polígono de tiro, en  la playa Allende, en la Salina Sur de Vieques (bahía). 

Allí se mantuvo Berríos Martínez  aguantando tempestades, lluvia,  sol y sereno, en las condiciones más agrestes.

Allí también le surgió un cáncer, del que algunos cuestionan con suspicacia su procedencia.

“El recuerdo de vivir en caseta de campaña sobre la arena y un mattress inflable, el calor infernal... no es una experiencia que puede llevar a uno a aumentar de peso”, contestó con gracia al preguntársele cuántas libras rebajó.

Pasaron dos huracanes y no hubo caseta ni tormentera que resistiera.

“En la tormentera permanecimos durante  el primer huracán, hasta que el agua empezó a subir. Entonces, tuvimos que meternos monte adentro. Afortunadamente, los abrojos... allí hay unos árboles como   de maya con unas espinas bien largas. Eso, para nuestra sorpresa agradable, protege  en contra  del vendaval si uno se mete en una hondonada”.

Se enferma

A nadie sorprendió y a muchos consternó el que el dirigente pipiolo, quien hasta entonces disfrutaba de una buena  salud, en lugar  de una bomba, le explotara un cáncer.

Berríos se negó a abandonar el campamento, a pesar de las directrices médicas, al punto que fue sometido a una biopsia en un bote que atracó en la misma playa. 

¿Desde cuándo usted se sentía mal?

Después de dos meses, los médicos comenzaron a ir para hacerme exámenes rutinarios y diagnosticaron una diverticulosis. Después de  un par de meses, en una prueba de sangre, aparecieron  indicios claros de cáncer. Había que hacer una biopsia.

No hubo forma de sacar a Berríos de la playa.

“Yo tuve siempre la  confianza de  que no me voy a morir de cáncer en esta batalla, que yo iba a sacar la Marina. Con el cáncer  bregábamos después”.

El 4 de mayo de 2000, Berríos fue arrestado, conducido a Ceiba junto con otros desobedientes, pero  no quisieron procesarlo. Lo dejaron ir.

El fogoso dirigente pipiolo vuelve a entrar a terrenos de la Marina meses antes de las elecciones de 2000 y, esta vez, lo sentencian solo a seis horas de prisión.

Fue entonces que Berríos anunció que tenía cáncer y fue operado.

El  30 de abril de 2001, Berríos volvió a hacer desobediencia, se metió abiertamente por la zona de tiro, se hizo visible, provocando su arresto, momento perpetuado por la dramática foto de Andre Kang publicada por Primera Hora.

“El abuso fue tan patente, sin necesidad. Recibimos correspondencia desde India, Israel, Japón, toda Europa. Esta vez pagaron caro los abusos allá dentro. Logramos que  se hiciera de tal forma (el arresto) que  quedaba patente el abuso de la Marina”, manifestó el líder del PIP.

Berríos tenía 60 años entonces. Hoy tiene 72. “Aunque por lógica de la vida me queda menos tiempo, estoy  dispuesto a hacer todo lo necesario por la liberación de mi patria y el bienestar de los puertorriqueños. Tenemos que seguir en Vieques empujando y tenemos que  seguir en Puerto Rico empujando. Hay que crearle a Estados Unidos una crisis política”.

Puerto Rico no puede volver a cometer el grave error de dejar de recopilar estadísticas sobre las enfermedades que padece su gente.