Ponce.  Fue abofeteado mientras oficiaba una misa. Sin embargo, ni el dolor que sintió en la mejilla  por el golpe ni el que la presión arterial le subiera impidieron que el padre Julio Rolón Torres continuara con el rito sagrado dominical.

El párroco de la Catedral Nuestra Señora de la Guadalupe conversó con Primera Hora sobre los intensos minutos que vivió el pasado domingo cuando un hombre, identificado como Ángel Belburt de Jesús, subió al altar en plena misa y lo agredió en la cara. Tan fuerte fue el golpe que provocó que el cáliz cayera al piso luego de la consagración.

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“Fue algo sorpresivo, yo veo al hombre acercarse y escuché las palabras bautismo, espiritismo e Iglesia Católica”, contó el sacerdote sobre el momento dramático vivido.

El cura recordó que  fue en medio del saludo de la paz que  Belburt de Jesús se le acercó. Pero lejos de presagiar la agresión, pensó que el hombre iba a saludarlo. Cuando se percató de que esa no era su intención, le dijo amablemente que tomara asiento. Acto seguido, lo abofeteó.

“Él no me hizo caso y de repente me golpeó. Yo lo único que quería era poner a salvo la sangre de Cristo”, explicó Rolón Torres, quien añadió que el golpe causó que se le derramara el vino consagrado y tumbara un candelabro de cristal que había en el altar.

El sacerdote explicó que luego de la agresión, Belburt de Jesús  se fue caminando por el centro del templo hasta salir de la catedral. Una vez afuera de la iglesia,  varios feligreses lo neutralizaron hasta que llegó la Policía municipal.

Aunque fue un momento de mucha impresión, el cura asegura que continuó ofreciendo la misa con serenidad. Era la forma en que intentaba calmar a los feligreses que, en su mayoría personas mayores, se pusieron nerviosos y comenzaron a llorar tras el incidente.

Destacó que para los católicos el derramamiento del cáliz consagrado es una falta de respeto al Señor, lo que también causa dolor entre los creyentes.

Sin embargo, el religioso  consagró más vino y prosiguió con la celebración eucarística.

“Me da mucha pena, solo Dios sabe las cosas por las que debe estar pasando”, comentó el sacerdote agredido.

Del mismo modo, manifestó que luego de ser arrestado y llevado al cuartel, Belburt de Jesús continuaba gritando argumentos sobre la iglesia y hablando incoherencias.

“Ojalá que pueda recibir la ayuda que necesita, no sabe lo que está haciendo”, agregó el cura, con 21 años de servicio sacerdotal.

Padre Julio agradeció las muestras de cariño de otros sacerdotes, feligreses y hasta desconocidos que se le acercaron a solidarizarse con él.

“Yo lo abrazaría, solo pido que lo atiendan”, reiteró el párroco.

Por su parte, Ana Martínez describió el suceso como uno doloroso para los fieles y como un sacrilegio a la sangre de Jesucristo.

“El padre es un sacerdote santo, fue abofeteado y humillado como Jesús”, comentó la feligrés.

Añadió que no teme ir a misa ante lo ocurrido y aseguró que “moriría por Cristo”.

El acusado, de 45 años, enfrenta cargos por agresión y por el delito contra el derecho a la reunión. 

El juez Luis Vélez le impuso una fianza de $30 mil, la que no prestó, siendo ingresado a la cárcel Las Cucharas de Ponce.

El hombre, vecino de la Ciudad Señorial, había sido fichado en el 2006 por el delito de daños agravados.