Era un viernes tranquilo, como cualquier otro. Todo el país estaba sumido en la rutina diaria y nadie imaginaba lo que estaba a punto de ocurrir.

A las 10:14 de la mañana, la tierra comenzó a vibrar y a sacudirse con violencia. Edificios de mampostería comenzaron a agrietarse y pedazos de paredes cayeron estrepitosamente al suelo. Había llegado el terremoto grande; era 1918.

Un día como mañana, 11 de octubre, hace 95 años, Puerto Rico experimentó el más terrible terremoto registrado,  que causó la muerte de 116 personas y cuatro millones de dólares ($61,954,172.19, según inflación  2013) en pérdidas.

El epicentro del movimiento telúrico se ubicó en el Cañón de la Mona al noreste de Aguadilla y su intensidad se estimó entre 7.3 y 7.5 grados.

Según el informe publicado en 1919 por la sociedad sismológica de América, que recoge los testimonios de testigos, así como información de los sismógrafos de la época y la evidencia que lograron ver los investigadores, ese sismo liberó la misma energía que el que destruyó la ciudad de San Francisco en 1906.

El informe revela que fueron dos movimientos iniciales. El primero duró alrededor de dos minutos. Dos minutos más tarde ocurrió otro que duró  30 segundos. El movimiento fue descrito como una vibración vertical, seguido de oscilación horizontal, la que causó el daño mayor los edificios.

“El terremoto fue sentido en todo Puerto Rico, en Haití y en las islitas. Se afectó más el oeste y también hubo un tsunami. Ellos hablan de una ola de unos 20 pies de alta”, contó Gisela Báez Sánchez, de la Red Sísmica de Puerto Rico, en Mayagüez.

“De repente, oímos un rugido que venía de debajo de la tierra. No sabíamos lo que era, pero todos nos asustamos. El señor López (maestro de matemáticas) dejó de hablar y nos miró como buscando algo. Unos segundos más tarde sentimos el salón sacudiéndose fuerte, muy fuerte. En un impulso, todos empezamos a correr hacia el pasillo y luego hacia las escaleras. En ese momento todo el mundo estaba gritando en pánico y corriendo escaleras abajo. Me empujaron y me empujaron, pero yo lo que quería era salir. Vi a muchos niños cayendo y a los demás  corriendo sobre ellos y aún continuaba el horrible temblor”, dice el testimonio de Josefina Cintrón, recopilado en 1991 y quien estaba en quinto grado en una escuela en Mayagüez cuando ocurrió el terremoto.

El maremoto que siguió este movimiento llegó en apenas unos cinco minutos a Aguadilla.

La ola entró hasta 100 metros tierra adentro, según testigos y alcanzó una altura de unos 20 pies. En ese municipio 300 chozas fueron destruidas por el agua y 32 personas  murieron ahogados.

La ola siguió su rumbo y en 23 minutos llegó a Mayagüez, en 30 se registró en Loíza y en 45 se vio en Boquerón. Desde entonces, no se ha registrado un movimiento de tierra como este en Puerto Rico.

“Según los registros históricos que se toman desde la colonia española, lo que creemos es que los terremotos grandes ocurren entre cada 60 a 100 años. Ahora mismo nos estamos acercando a que en cualquiera de las fallas que rodean a Puerto Rico ocurra uno”, alertó la geóloga.

Anterior al terremoto de 1918, hubo otro que afectó el este de Puerto Rico en 1867. Este también provocó un tsunami que llegó a municipios como Humacao y Vieques.

“Depende de dónde sea el epicentro del temblor serán los daños. Los pueblos más cercanos a ese punto tendrán más daños, como pasó en el del 1918. También tiene que ver el tipo de terreno en donde están construidas las edificaciones”, dijo Báez Sánchez.

La experta también indicó que estos eventos de terremotos mayores a 6.5 grados son movimientos geológicos que ocurren cada siglo, “pero puede pasar como en Japón (2011) que fue un evento de cada 1,000 años”.

“Siempre hacemos énfasis en que la gente se tiene que preparar para una magnitud mayor”, continuó alertando.

“Ni todas las fallas se activan cada 100 años, y hay fallas que no han generado sismos grandes, pero esto es otro tipo de investigación. En la zona de Puerto Rico y las Islas vírgenes hay 28 regiones de sismicidad”, indicó. “No podemos decir qué falla debe romper ahora mismo. Por eso lo importante es la preparación”.

En 1755 hubo un gran terremoto en Lisboa, frente a Portugal, que se estima tuvo una magnitud de entre 8.5 y 9.0 grados. Éste provocó un tsunami que llegó al Caribe varias horas después.