Toa Baja. La necesidad es la madre de la invención.

“Ahora mismo nosotros no tenemos hospital. Los hospitales de Bayamón ya nos indicaron que no nos aceptan más gente de Toa Baja porque están llenos”.

Ante esa realidad, el alcalde de Toa Baja, Bernardo “Betito” Márquez montó “una clínica comunitaria con el doctor (Eduardo) Ibarra y el doctor (José) Vargas Vidot, donde tenemos médicos pediatras, de la vista, psicólogos, psiquiatras, medicamentos que hemos pedido…”.

El alcalde se refiere el centro establecido por Iniciativa Comunitaria y el Municipio en la quinta sesión de Levittown, en el edificio donde ubica el programa de Head Start, el centro Pablo “Pablito” Ortiz en Toa Baja.

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Al momento se han atendido a más de 200 personas desde que iniciaron hace cuatro días y al terminar la semana serían atendidas casi 500.

“Nosotros montamos la farmacia y le estamos dando servicios gratuitos a la gente; si quieren insulina se la damos, si es medicamento para la presión se lo damos, lo que tengamos se los damos; lo que no tengamos lo seguimos pidiendo. Si hay una leche de bebé especial que hay que buscar, si la tenemos se la damos a la madre, sino la buscamos”, expresó el ejecutivo municipal.

La clínica lleva por nombre Bantiox, que significa gracias en Quetchi. El senador y líder de Iniciativa Comunitara, Vargas Vidot, explicó en su página (Vargas Vidot Senador) que lo denominó así en honor a la primera clínica establecida en el país hermano de Guatemala “que al  igual que el alcalde de Toa Baja nos abrió las puertas para servir en amor y en gracia. Necesitamos voluntarios y voluntarias. Además seguimos en las calles todas las noches”, agregó.

Este diario fue a visitar el centro donde los pacientes eran atendidos y que es administrado por Héctor Ortiz.

La clínica abrió el viernes y en solo dos días se organizó.

“Ayer lunes atendimos 76 pacientes… La mayor cantidad de situaciones fueron de índole sicológicas donde tuvimos varios casos de intento de suicidio, de ansiedad”, sostuvo.

“Aquí trabajamos tres partes importantes: la sicológica, médica y la parte de trabajo social. El paciente va primero a la parte médica para ser evaluado, darle un medicamento  o una receta; luego se pasa a una evaluación sicológica donde se le da tratamiento y luego se habla con un trabajador social para canalizar los servicios”, mencionó.

Aceptó que “muchas personas vienen ansiosas porque lo perdieron todo o casi todo”.

Por su parte, el doctor Jorge Rosado, director médico de la institución, dijo que en la sección de adultos trabajan áreas como la de problemas respiratorios, otra para tratar urgencias y medicina comunitaria, no emergencias porque no tienen la capacidad en términos organizacionales. Sin embargo, si hay una emergencia estabilizan al paciente y lo trasladan a un hospital.

También tienen un área de pediatría, desde recién nacidos hasta pacientes de 21 años. Ambas áreas están separadas, así como la de sicología y siquiatría. Hay otra área para contener infecciones.

Rosado dijo que están consiguiendo los medicamentos que necesitan gracias al esfuerzo de los trabajadores sociales del Municipio. Una limitación es que aún no hay muchas farmacias abiertas por la falta de luz.

Mencionó que además de los voluntarios “la diáspora se ha mantenido bien activa en ayudar, ha provisto infinidad de cosas…”. También la Guardia Nacional los apoya.

En agenda está llevar brigadas a las distintas comunidades afectadas en el pueblo y una caravana de la salud para ir a otros pueblos, impactando más a los del centro de la Isla.

Si quiere hacer alguna donación accede la página www.iniciativacomunitaria.org

Si lo que va a donar es equipo lo puede enviar a Dr. Sultana Yassim 282 Ave Jesús T Piñero suite 202, San Juan, P.R. 00927

De otro lado, el alcalde mencionó que otro problema que enfrentan es el de los envejecientes.

“Antes de Irma el país no estaba preparado para trabajar con los envejecientes, porque nosotros no planificamos. Por eso ahora te podrás imaginar después de Irma, después de esta situación catastrófica tras el paso de María hay mucha gente que no se puede mover con la agilidad que quisiera, pero tienen las mismas necesidades de comer, tomar agua, de tener sus medicamentos. Eso te crea, te da una impotencia también, porque esto es donde quiera que tú te metes a las comunidades”, confesó.

En Toa Baja aún quedan alrededor de 450 refugiados.