A las afueras del parador Palmas de Lucía, en Yabucoa, hay tres huéspedes conversando sentadas en un banquito. Aunque tratan de desviar el tema, terminan hablando siempre de lo mismo: ¿qué van a hacer después del 20 de marzo cuando caduca el vale de Asistencia de Alojamiento Transitorio (TSA, por sus siglas en inglés) que les otorgó la Agencia Federal para Manejo de Emergencias (FEMA) para refugiarse en una hospedería de Puerto Rico luego que sus residencias sufrieran serios daños con el embate del huracán María?

Las féminas, residentes de diversos pueblos del área este, se conocieron hace tres meses en el lugar -uno de los 47 paradores u hoteles en Puerto Rico que participan del programa federal, según cifras ofrecidas por FEMA a Primera Hora- y desde entonces han creado un tipo de hermandad para sobrellevar el inquietante día a día que atraviesan como damnificadas.

Entre ellas destaca doña Margarita Sánchez Rodríguez, de 80 años, quien casi no duerme pensando que en poco menos de un mes tendrá que abandonar el parador y, posiblemente, regresar a su casita en el barrio Jagueyes de Yabucoa. 

El problema, relata, es que la estructura está en un terreno que colapsó tras las torrenciales lluvias provocadas por el huracán y las incesantes inundaciones que surgieron luego. 

“Prácticamente, está en un barranco… y me da miedo. Yo lo que quiero es que, por lo menos, me ayuden a construir un murito. Lo otro de adentro que se dañó yo lo compro después poco a poco. Pero FEMA dice que allí yo no puedo volver. Y eso es lo que me tiene nerviosa… ese es mi barrio, mi casita”, dice la señora mostrando una foto que evidencia la peligrosidad de la estructura donde los vientos del ciclón también arrancaron ventanas y puertas de su sitio.

Margarita indicó que FEMA le otorgó $3,000 para que rehabilitara el hogar, pero no lo ha hecho por temor a que la labor “se pierda” pues, a su juicio, lo más importante es colocar “un muro que evite que la casa se me vaya barranco abajo”.

“Además, esos chavos los he tenido que utilizar para comida y otras cosas porque ellos nos dan el vale para el hotel, pero tenemos que comprar las tres comidas… gasto más de $20 diario. Y, eso sin sumar lo que se me va en lavar ropa”, destaca quien pernocta en la hospedería con su nieto Jovan Lebrón, quien tuvo que dejar sus estudios como “paramédico” en el Instituto de Banca de Fajardo por falta de dinero.

En un estado de limbo también se encuentra Juanita Cáceres, quien llegó a la hospedería en diciembre luego que FEMA le brindara la opción mientras “resolvía” los inconvenientes causados en su casa por el huracán.

“Se me metió agua y fango por los receptáculos de la luz al extremo que la estufa me explotó. Además, perdí tres ventanas y una puerta y hay un problema grande de filtración que me tenía con asma todo el tiempo. El día que me fueron a visitar los de FEMA estaba bien enferma. Entonces, me ofrecieron venir para acá”, cuenta quien vive en la pequeña habitación de la hospedería junto a sus dos hijos y esposo.

Dice que la agencia federal le otorgó $1,800 para la compra de juegos de cuarto y $900 para reparar las puertas y ventanas. “Pero no hemos podido arreglar nada porque hay que resolver lo de la luz primero… y aquí se nos están yendo los chavos en alimentos que compramos a diario porque aquí no se puede cocinar”, dijo a quien le angustia no poder habilitar su hogar para el 20 de marzo.

Las damnificadas, incluyendo a Brenda Ortiz, una residente de Cidra que se hospeda en Palmas de Lucía desde enero, destacaron el servicio y hospitalidad recibida en el lugar.

“Aquí nos tratan muy bien. El dueño del lugar (Juan López) y su familia siempre están pendiente a nosotros…”, expresó Ortiz.

Por su parte, Ana Celia Lazú, portavoz de Tropical Ins y su línea de hospederías (Palmas de Lucía, MaunaCaribe, Guánica 1929, Costa del Mar y Hotel Lucía Beach) dijo que desde la aprobación del programa TSA para la isla, han aceptado 143 refugiados a los que se les trata “como a cualquier otro huésped”.

“Sabemos que están pasando por una situación difícil y se les trata con mucha sensibilidad”, expresó Lazú.

Dijo que, incluso, han hecho gestiones con FEMA para que consideren extender el servicio en algunos inquilinos que aún no tienen habilitados sus hogares.

“Lo que queremos es que se sientan cómodos y como empresa tratamos de proveerles los recursos que podamos… hemos creado un tipo de relación familiar”, manifestó al agregar que tienen beneficiarios de diversos pueblos que van desde Carolina, Río Grande y Canóvanas hasta Carolina, Cidra y Caguas, entre otros.

Tras el embate del huracán María FEMA determinó que 868,229 personas en Puerto Rico fueron elegibles para el programa de alojamiento transicional. En cambio, sólo 3,895 familias (poco más de 800 en la Isla) se acogieron al beneficio, según explicó por escrito Delyris Aquino Santiago, portavoz de prensa de FEMA.

Hasta el 7 de febrero FEMA había invertido en cargos por habitación por noche más de $31 millones.

Más de 1,500 de los núcleos familiares beneficiados están alojados en diversos hoteles en Estados Unidos (Florida, Nueva York, Connecticut, Texas, Pennsylvania, entre otros), a donde muchos viajaron en busca de mejor suerte. 

En cambio, muchos de los que se fueron del País quedaron en ascuas, cuando FEMA les informó el mes pasado que dejaría de pagar los vales pues, según reportes de funcionarios federales, las residencias ya eran habitables.

“A solicitud del gobernador (Ricardo) Rosselló, FEMA extendió el programa de TSA hasta el 20 de marzo de 2018. Sin embargo, esto no significa que todos los sobrevivientes participantes de TSA recibirán una extensión hasta esta fecha pues deben de cumplir varios criterios de elegibilidad”, respondió Aquino Santiago a la pregunta de si existe una fecha fija para abandonar las hospederías.

Agregó que al ingresar a los hoteles, los solicitantes elegibles firman un contrato de términos y condiciones que confirma la fecha en la que finaliza su elegibilidad.

Al mismo tiempo, aseguró, que una vez caduca el beneficio de refugio temporal, los afectados tienen la oportunidad de solicitar otros tipos de ayudas de vivienda.

El secretario del Departamento de Vivienda de Puerto Rico, Fernando Gil Enseñat, ha dicho públicamente que el huracán María destruyó unas 70,000 residencias en Puerto Rico y estimó que, a largo plazo, el gobierno podría reparar hasta 300,000 casas con daños entre leves y graves.