Comerío - Cuando Jessica Bermúdez, de 35 años, escuchó el chirrido de los silbatos que un día antes del paso del huracán María por Puerto Rico se repartieron entre los vecinos de la urbanización Ariel, supo que tenía que salir de inmediato de su residencia si quería proteger la vida de sus hijas.

Algunos residentes de esa comunidad en Comerío que optaron por quedarse en sus residencias en lugar de movilizarse a un lugar más seguro, tomaron esa previsión con la intención de poder alertarse en caso de que aconteciera una situación que los obligara a desalojar la zona.

Sabían que el lugar es susceptible a inundaciones, pero subestimaron la fuerza del fenómeno atmosférico, que provocó que el río La Plata se saliera de su cauce e irrumpiera en sus hogares.

Bermúdez llegó a eso de las 9:00 a.m. de ayer a la oficina regional de la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (AEMEAD), ubicada en el Pabellón de Servicios del mencionado municipio, en pleno embate del fenómeno tropical. Junto a ella llegaron   otras nueve personas, entre ellas, su progenitora Ramonita Rivera, de 57 años; sus hijas, Jeidymarie Pérez Bermúdez, de 6 años, y Jeysmarie Alvarado Bermúdez, de 19 años; y una familia cuya vivienda estaba más expuesta a la crecida del cuerpo de agua por su cercanía con el mismo.

“Ellos se supone que salieran ayer (el martes) y se quedaron. Allá el río llega, pero a la parte del frente (donde está mi casa) nunca había llegado, hasta horita. El techo de mi casa se fue el techo completo y en la parte de abajo se metió el río ahora. Sabíamos que (el huracán) era fuerte, pero como el río nunca había llegado (hasta mi casa), nos confiamos”, comentó la mujer visiblemente afectada.

“No nos dimos cuenta (cuando el río se salió), fue que anoche (el martes) nos repartimos pitos todos los vecinos por cualquier cosa que sucediera y al escuchar los pitos, cuando salgo ya el río estaba en el muro del frente de la casa”, agregó la mujer que apenas dos meses se había mudado a la planta alta de la propiedad.

(Wanda Liz Vega)
(Wanda Liz Vega)

Los 10 comerieños lograron acomodarse en una guagua SUV y atravesaron las difíciles condiciones del tiempo para poder llegar a la instalación gubernamental.

“Vimos planchas de zinc volando, muchos palos (en la carretera), mucha agua, todo inundado”, relató sobre el trayecto desde su casa al edificio de AEMEAD.

En su vehículo, viajaba Héctor Carmona, quien resultó herido en la cabeza y el brazo con una plancha de zinc, que le cayó de un seguido.

El hombre, de 68 años, recibió atención en las mismas instalaciones, donde también opera una sala de emergencias. Allí, le tomaron 38 puntos de sutura en el brazo y 27 en la cabeza.

“Nos quedamos en la casa pensando que fuera como la otra vez, que el río no se metió. Donde nosotros vivimos nunca se había metido. Había llegado hasta las casas de abajo, en la entrada”, explicó el afectado, quien reside en dicha urbanización desde hace 40 años.

Tanto el hombre, como su nuera, Lismarie Cintrón, aseguraron que sus viviendas son construcciones seguras, por lo cual no temieron quedarse en ellas durante el paso del sistema tropical. Indicaron que a pesar de ello, estuvieron toda la madrugada observando la crecida del río.

Al darse cuenta de que el peligro era inminente, “salí corriendo, brincamos la verja, y ahí fue donde vino el zinc y me cogió”.

El temor que vivieron ambas familias a perder sus vidas por causa de la inundación de las calles de su comunidad les bastó para reconocer que una próxima ocasión no se expondrían como lo hicieron esta vez.

“¿Quién vuelve a quedarse (allí), después de esta experiencia que he vivido yo?”, manifestó el hombre.

Los sobrevivientes fueron ubicados anoche mismo en un refugio. 

(Wanda Liz Vega)
(Wanda Liz Vega)